Conocí a Juan Carrión hace años, yo trabajaba en la taquilla y el backstage de la Sala 12&medio, y él apareció con Fede, un amigo común que era para el maestro sus manos, sus ojos y sus piernas... Jamás vi a nadie mirar a una persona con tanto cariño y respeto. Me sorprendió que un octogenario viniese a un concierto de Los Hermanos Dalton, y quedé completamente asombrada al verlo bailar durante todo el show en primera fila. Pregunté quién era ese hombre y me dijeron que era un profesor de Cartagena muy conocido por haber mantenido amistad con John Lennon, de hecho en meses empezaría el rodaje de una película inspirada en su historia. Vivir es fácil con los ojos cerrados (David Trueba, 2013), y fue en ese momento cuando a pie de calle, junto a mi querido Ángel Sopena, lo detuve para que me contase todo lo que se puede contar en una despedida.

Juan no tuvo prisa para hacerlo y empezó a narrar una historia fascinante. Se había enterado de que Lennon estaba en Almería filmando Cómo gané la guerra (Richard Lester, 1967); no se asusten si no la han visto ya que es una auténtica parodia que el pacifista de Lennon interpretó. Pues bien, el valiente de Juan se trasladó hasta Cabo de Gata con la intención de que John tradujera para sus alumnos las letras de algunas canciones de Los Beatles. No encuentro mejor motivo que ese para viajar de Murcia a Almería, seguir a tu ídolo músical, tal como hago yo cada pocas semanas , visitar al mío, a mi amigo Pike Cavalero y a su chica Marina. Que al igual que Juan, también es profe de inglés y el artista, absoluto devoto de los de Liverpool. El maestro Carrión me resultó muy simpático, era un tipo pequeñito con los ojos azules acristalados, cariñoso como buen maestro y sobre todo amable. Congeniamos muy bien desde el primer momento , y no titubeó un instante (creo recordar la tercera vez que coincidimos) en invitarme a cuidarlo durante el verano a su casa de Ibiza, tras conocer que era sanitaria. Contaba Carrión que se presentó en Cabo de Gata con una carpeta repleta de hojas escritas para que Lennon le corrigiera lo que no tenía claro; cabe señalar que en esa época las canciones no venían impresas en un libreto acompañando al disco. Y así fue como puso al compositor de Imagine a trabajar para él y sobre todo para sus alumnos. Me contó que guardó con anhelo la traducción de Yellow Submarine señalada con un rotulador amarillo, bromeó con la anécdota de que a pesar de ser John el adalid de la humildad, llegó al rodaje en un Rolls Royce imponente.

Pero a veces, ya se sabe, hay gente cuyo lema es ese de «me gusta vivir pobre pero con mucho dinero». Y sucedió la magia: Lennon le prometió al educador que en adelante, todas las letras de las canciones estarían impresas en los discos, comenzando por Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band (The Beatles, 1967), y me parece una anécdota maravillosa, como sorprendente tuvo que ser que un humilde profesor de Cartagena recibiera por correo cada trabajo que la banda sacaba, dedicado con todo el cariño.

Hace un par de días ´celebramos´ la triste efeméride del asesinato de John Lennon. Como todos sabemos, fue tiroteado casi a las puertas de su casa, cerca de Central Park (Nueva York) por un fanático que a sangre fría lo esperó un par de días y que recientemente y tras denegarle el Gobierno de Estados Unidos la libertad condicional por undécima vez; ha confesado que lo mató para sentir notoriedad, quería sentir la fama, como su ídolo. Y lo consiguió, pero a un abismo de ser recordado con velas, música y flores. Mark David Chapman vivirá en la memoria de todos los que queremos a Lennon bajo un odio infinito. Ese día, un 8 de diciembre de 1980 hacia un frío especialmente gélido, más frío que completo a beneficio... Porque nadie espera a la muerte, pero, como si de una premonición se tratase Lennon y Yoko Ono dejaron plasmada ese día una fotografía que sería recordada para la posteridad, horas antes Annie Leibovitz retrató a la extraña pareja acoplados como si de un par de fichas de Tetris se tratara, foto que serviría para portada de su último disco, pero desgraciadamente su último disco fue Double Fantasy el que amablemente dedicó a su asesino a las puertas del edificio Dakota.

Era preciso que, siendo mi columna un espacio dónde siempre se escribe con música, le rindiese homenaje a esa estrella que tanto brilla, pero también era de justicia recordar al maestro Carrión, dedicarle unas bonitas palabras mientras observo con añoranza nuestra foto a la salida de un concierto.