La esencia del buen periodismo es una fórmula que garantiza la salud de las democracias. La protege contra los desmanes manipuladores y la peste de las noticias falsas. La prensa rigurosa, veraz y combativa tiene futuro como modelo informativo que huye de los usos y costumbres que los gigantes tecnológicos han convertido en el plan nuestro de cada día. Y que amenazan la estabilidad de las democracias con su dominio implacable del escenario de la transmisión comunicativa, donde exhiben un poder avasallador a la hora de marcar hábitos de consumo, preferencias ideológicas, orientaciones políticas. Amazon, Google, Facebook, Twitter o Apple son los reyes del mando que trabajan día a día para hacer bailar a los demás al son que ellos imponen con su fortaleza económica y política. Ante ese panorama, el politólogo Francis Fukuyama (influyente autor de El fin de la historia), la jurista Barak Richman y el ingeniero Ashish Goel han salido a la palestra con un demoledor y audaz artículo en el que el miedo es el mensaje: estos titanes empresariales con «un arma cargada sobre una mesa».

Cómo salvar la democracia de la tecnología es el título de un texto que advierte de las heridas políticas abiertas por el creciente poder político de las empresas, más peligroso incluso que el económico. Y la pandemia no ha hecho más que aumentar las consecuencias de ese impacto, sin que las medidas adoptadas por las autoridades políticas mundiales tengan mucha capacidad de intimidación. Lo que proponen Fukuyama y sus colegas es, básicamente, poner en circulación software llamado middleware que haría las veces de filtro purificador entre las plataformas y los usuarios para que estos sean los que deciden cómo les llegan los contenidos relacionados no solo con la información profesional, desde noticias a comunicados o tuits de personajes públicos, sino también con materiales audiovisuales hechos por particulares y también de índole privada, como mensajes en WhatsApp o redes sociales.

Los algoritmos manipulados y manipuladores generados por programas de inteligencia artificial perderían su poder, que pasaría a manos de los consumidores. La idea de Fukuyama, adoptada a los nuevos tiempos tecnológicos y que se enfrenta a grandes obstáculos técnicos y éticos, no deja ser de una puesta al día de aquello que caracteriza al buen periodismo desde siempre, y que convierte a los medios en transmisores de contenidos contrastados, independientes y plurales, que dan a los consumidores los datos necesarios y justos para decidir por ellos mismos lo que es importante, ordenando la actualidad con criterios profesionales y honestos que responden al algoritmo de la verdad y el rigor.