6 de diciembre allá por 1978. Yo acababa de cumplir un año y nuestro país después de años de dictadura entraba en un momento de cambio. Yo acababa de nacer y nuestros abuelos habían vivido una guerra, habían sacado a nuestros padres adelante en nuestro país o marchándose fuera como los que ahora buscan un lugar mejor saliendo de los suyos; no éramos diferentes de los que llegan a Arguineguín o a Cartagena, cuando antes llegaban a Argentina o a Alemania. Fuimos un país que se había quedado en pause, donde existía la censura y nuestros padres cruzaban la frontera para ver El Último tango en París. La libertad esa que tanto reclaman muchos ahora no existía.

Años en los que la generación de nuestros abuelos y padres construyeron el país que hoy tenemos. Muchas veces creo que vivir aquellos años de cambio, de transición hacia la democraciame habría encantado. Querer construir una sociedad mejor era el objetivo. Nuestra clase política dejó las heridas atrás, construyó y avanzó sin olvidar, pero fueron capaces de sentarse y construir la base de nuestra convivencia, la Constitución del 78.

La vida nos ha cambiado mucho en estos 42 años de Carta Magna. Valoro, respeto y admiro a la generación que sacó adelante nuestra Constitución, los padres de la criatura, aquella clase política pura que de verdad luchaba por mejorar la vida de los ciudadanos. Cómo ha cambiado el cuento.

Con el tiempo estar en política se ha convertido en qué hay de lo mío, poder, corrupción, todo ha valido durante décadas para que unos y otros se sienten en banquillos agachando la cabeza y con mala memoria. Rojos y azules en estos años de democracia y Constitución lejos de defender sus valores y contribuir a trabajar por nuestro bienestar, han trabajado única y exclusivamente por el suyo. La Gürtel o los ERE, no sé qué me escandaliza más. Y ojo que la nueva política, esa que llegó para regenerar, tampoco defrauda y también nos está dedicando titulares con dudosa honorabilidad de alguno de sus miembros, morados, naranjas o verdes demostrando ser el mismo fraude que el bipartidisimo de este país. Descorazonador, ¿no creen?

La Constitución y sus 169 artículos, ¿los conocen? ¿La han leído? En qué momento nos olvidamos de lo importante, trabajar para que la ciudadanía tenga el derecho a una vivienda digna, o el derecho a la no discriminación por raza, sexo o religión, o ser todos iguales ante la ley.

En qué momento hemos retrocedido como sociedad, en qué momento la política se ha convertido en espectáculo, en qué momento todo nos ofende, en qué momento sobrevuelan sobre nuestra cabeza tiempos pasados, que yo personalmente no viví, porque nací en la Transición a la democracia.

En qué momento un chat de militares retirados se convierte en noticia porque quieran fusilar a todos «los rojos, hijos de puta", en qué momento no he caído en que estamos en 2020 y en estas últimas semanas el giro de guión puede ser tan bestia que espero cualquier cosa.

Pero desde aquí aprovecho para decirle al guionista que tirar de golpe de Estado octogenario no es una opción.

Bromas a parte, y volviendo a la Constitución y al trabajo de nuestra clase política, les confieso que hace algunos años creí que las cosas podían cambiar. Una vez confié en que todo podía ser mejor, una vez aposté por dar un paso al frente y formar parte de un partido político. Un grupo de niñatos a finales de los noventa creíamos en la política sin esperar nada a cambio, al menos yo. Éramos una generación de gente comprometida, en unos años sin redes sociales, donde importaba el contacto con la gente y no el hashtag y la rueda de prensa a golpe de tuit. La política era otra cosa y no es que fuera mejor, porque la vida nos ha demostrado que ya olía a podrido, que nada era lo que parece y que, por desgracia, en política importan muchas cosas, pero la sociedad no sé en qué lugar está en nivel de importancia. No reniego de lo vivido, ni de quién soy ni de donde vengo porque todo ello me llevó al Congreso de los Diputados, a jurar la Constitución y hacerme muy pequeña al sentarme en aquel escaño. Aún recuerdo la celebración de un día como hoy, en el que la Carta Magna y yo casi cumplíamos la misma edad; aún recuerdo tener 23 años y parecer una señora de más de 50; aún recuerdo estar en la sala internacional del congreso y conocer a Lula Da Silva, del que ahora podríamos decir muchas cosas, pero en aquellos años entraba como un líder mundial en la Carrera de San Jerónimo; aún recuerdo sentarme con Labordeta a tomarme una pulguita de jamón, antes de un pleno un martes y quedarme con la boca abierta al escucharle a él y a otras ilustres señorías.

Una vez fui diputada a Cortes y lo recuerdo con mucha lejanía, la misma con la que no me reconozco en aquellos años, en los que creo que era demasiado joven para entender muchas cosas, entre ellas que ser político es mucho más que sentarte en un escaño y jurar la Constitución. Tenía ganas de comerme el mundo y trabajar, pero nadie te cuenta la letra pequeña. Hay que estar preparado, no dejar de estudiar y de aprender y sobre todo respetar que estás allí gracias a la sociedad que así lo ha querido y por ese motivo hay que dejarse la piel. Y ojo, he visto a muchos diputados anónimos dejarse la piel por su Comunidad autónoma, he visto a diputados trabajar sin descanso por el bien de sus ciudadanos, no todo es crispación y generar ruido, pero esos diputados no saldrán en el telediario nacional a las tres de la tarde, porque trabajar no interesa. Interesa ver a Teo y a Pablo decirse lindezas, o a Rufián y Abascal y qué pena.

En un día como el de hoy, en el que sus señorías sacan pecho de nuestra Carta Magna y aunque con restricciones acudiran a algún acto para celebrar que nuestra Constitución cumple un año mas, les pido como dice Mecano, que hagan balance de lo bueno y malo, autocrítica, y entonen el mea culpa. Nuestros abuelos, nuestros mayores, los de la generación del 78 o la del 36, los que de verdad nos han traído a esta España nuestra, se harían cruces de ver el circo en el que hemos convertido la política. Nuestros mayores en un año como este en el que todo duele tanto, en el que más de 20.000 ancianos han fallecido en residencias, en un año en el que hemos demostrado que necesitamos gestores al frente de las grandes crisis, por favor, señorías asuman sus errores, no pasa nada, y sigan, porque aunque suene a topicazo para eso les pagamos, dejen el ruido, que la crisis asoma la patita en cuanto nos terminemos la última uva y gritemos feliz 2021.

Excelentísimas Señorías lean de nuevo la Constitución, creo que lo necesitan, entiendan el porqué de su trabajo y pónganse a ello. Esto no va de su juego ridículo de acusaciones al que cada día nos llevan a golpe de titular, esto va de diálogo, consenso y debate para sacar adelante, por ejemplo, los Presupuestos Generales del Estado, porque para eso están, más allá de las ideologías para acercar posiciones y negociar, porque nos guste a no, todos los partidos representados en la Carrera de San Jerónimo son legítimos.