El voluntariado es un fenómeno social in crescendo que, por su dimensión actual, requiere del desarrollo de regulaciones normativas estatales y autonómicas. En la agenda de esta legislatura está la nueva Ley del Voluntariado autonómica. Según el Observatorio del Voluntariado, el número de voluntarios en nuestro país se ha triplicado durante la pandemia, situándose alrededor de 4,5 millones de personas voluntarias. Pero no es nuevo, siempre ha estado ahí, siempre ha habido personas que de manera altruista han invertido su tiempo en ayudar a los demás, con más ahínco en los momentos más difíciles, porque es ese el momento en el que aflora lo mejor de las personas: su solidaridad y su compromiso social.

La Política Social garantiza que aquellos ciudadanos que en un momento determinado puedan tener dificultades, las superen y no queden excluidos del entramado comunitario, sigan siendo parte activa del avance social. Lo importante no es llegar más lejos, lo importante es llegar todos juntos, eso nos definirá como sociedad avanzada. El voluntariado es una herramienta muy potente en esta tarea, y se basa en lo mejor de las personas, su capacidad de darlo todo sin esperar nada a cambio. En los tiempos difíciles que nos ha tocado vivir, con la pandemia covid-19, han seguido estando ahí, ayudando a las personas más vulnerables.

Han sido innumerables las iniciativas de estas características en nuestra Región, en nuestro país y en todo el mundo en estos momentos dramáticos. Las personas voluntarias han contribuido al reparto de alimentos durante el confinamiento, han realizado la compra de alimentos y medicinas a personas mayores que viven solas, se han organizado para hacer un seguimiento telefónico a aquellas personas vulnerables que necesitaban este apoyo y han dado difusión a las medidas de protección frente a la covid-19.

También es destacable la labor de las entidades de voluntariado que han sabido encauzar la voluntad individual de muchas personas en un escenario de elevada incertidumbre, un escenario inédito en el que todos hemos vivido la amenaza del coronavirus. Pero los voluntarios se han internado en este escenario inexplorado con iniciativa, con la fuerza que les caracteriza. Cuando ha sido necesario han prescindido del contacto directo con las personas, la esencia de la acción voluntaria, reinventándose y buscando alternativas para hacer efectivo su apoyo.

La relevancia de este fenómeno y su grandeza está en su capacidad de estar siempre ahí, presente ante las necesidades y vulnerabilidades, adaptándose a circunstancias cambiantes, a nuevas fatalidades y penurias sociales. La gran cantidad de personas que, viviendo una pandemia sin precedentes y con muchas incertidumbres, han puesto su tiempo a disposición de los demás, de los más vulnerables y de la sociedad en su conjunto, nos hace creer en las personas, en ese valor social y de avance que no se mide en términos de renta per cápita, sino en términos de calidad humana y por ende, en términos de calidad social, porque el calor humano de una sociedad se mide con el termómetro de la solidaridad.

El voluntariado y todos los valores que representa constituyen una de las grandes fortalezas de nuestra sociedad.

Hoy es el Día Internacional del Voluntariado, un día para un merecidísimo reconocimiento a todos vosotros, los voluntarios.