Caía la noche y el sueño aplastaba tus pestañas. Desplegabas tu cansancio para sentir cómo se diluía entre las sábanas. Buscabas el sueño, no el dormir, sino el sueño y, de pronto, en la ventana sonaba una pandereta. Me río solo con pensarlo, recordarlo, y recordarlo con el cariño que lo recuerdo. De esto ha pasado mucho tiempo, y mucho de los que hoy dormirán la navidad sin ser despertados no saben de lo que hablo. Las cuadrillas de pascua son un tesoro a guardar, conservar, mimar, fomentar€ aunque no esté el tema para bandurrias. Pobre de aquel pueblo que deja escapar en el olvido sus tradiciones. Es así. Levantabas la persiana y ahí estaban ellos al laúd, la guitarra, los platillos pequeñicos (como los del Tío Pillo) y alrededor, los comensales, aquellos que solo acompañaban porque la compañía también contaba. Le puedo asegurar que para mí es muy bonito poder compartir estos recuerdos que son los recuerdos más bonitos, de las navidades más bonitas que se pueden recordar€ y tras estos tesoros guardados en mi mente vienen otros que tampoco son de desmerecer, y los que vendrán. Compartir ¿no era eso la Navidad?