Jones y Riccardo Bruchielli es el cómic que sirve de preludio a la célebre película homónima del mismo George Miller, estrenada igualmente en 2015. En la mejor estética visual, integrando elementos de la saga cinematográfica y desarrollando un universo sucio, expresivo, sangriento y doloroso, el lector descubre el destino de Max Rockatansky después de abandonar la Cúpula del Trueno y antes de conocer a Imperator Furiosa, antagonista y vencedora de Immortan Joe, señor de la Ciudadela y dueño del agua potable, especie de despótico faraón postapocalíptico.

Dos elementos han de hacer coincidir su trayectoria en una sola. Por un lado la cada vez más dramática y descarnada existencia del ex-patrullero. Y por otro, el hecho de que en la narración se abre camino un especialísimo tipo de personalidad redentora y heroica, una antigua prisionera de la Ciudadela, arrebatada en la infancia a su tribu de amazonas. Mutilada, mujer de un solo brazo, marcada por tanto con el estigma de lo heroico, tiene un pasado que oculta y un proyecto de redención que guarda en secreto. Es un símbolo femenino indiscutible desde el momento en que asume la seguridad y el control del harén con el que el tirano Joe espera engendrar hijos varones sanos, guerreros de un mundo devastado.

A lo largo de la narración conocemos los detalles de cómo se llegó a crear el reino de terror bajo el mando de Immortan Joe y sus capitanes, el modo en que se forjó la idea de que este señor de la guerra era inmortal, dador de la vida eterna a los miembros de su guardia personal, los Chicos de la Guerra, y cómo asumió elementos mesiánicos y carismáticos para sustentar la fuerza de su mando. Pero es Furiosa la protagonista indiscutible, hasta el punto de eclipsar al guerrero de la carretera con su pujanza y su decidida vocación por salvar a las jóvenes odaliscas del harén. Mujer que libera a otras mujeres del cautiverio y la violencia sexual, yendo, no obstante mucho más allá de un feminismo poco elaborado o tosco. Es ante todo el triunfo de una voluntad heroica y la reconquista de la esperanza.

Su marcha hacia un pedazo de tierra verde donde una tribu de mujeres guerreras pudieran vivir en paz constituye su mayor anhelo. La novela gráfica prescinde de explicar las consecuencias de su fuga y cesa de narrar su historia más allá de la huida del serrallo postapocalíptico de Immortan Joe, como queriendo dejar un final abierto para ser narrado, quizá, por alguno de los narradores de historias, bibliotecas vivientes, hombres y mujeres, que con misteriosos tatuajes por todo el cuerpo, recordatorios de tiempos pasados, exponen a los oyentes las gestas de antaño. Recuerda demasiado a El hombre ilustrado de Ray Bradbury como para que sea un préstamo casual.

La personalidad de Furiosa es potente, vigorosa y esforzada, tanto que pese a vivir en un mundo de violencia y crueldad, logra salvar la esperanza; y ahí es donde supera ampliamente a Mad Max, guerrero itinerante, viejo patrullero sin sueños ni futuros, que nunca se queda a formar parte de aquello que ha ayudado a crear, sino que huye, huye siempre.

La historia del propio héroe de la carretera, vagabundo y solitario, es la de alguien que presta su auxilio a costa de terribles cicatrices en su corazón humano. Mayor y más deslumbrante en su sufrimiento y en su triunfo, es el caso de Furiosa, cuya personalidad parece ahora, encumbrada por la última versión cinematográfica y por la maestría de la novela gráfica, como la culminación de este moderno ciclo mítico del desierto australiano. Pareciera que la única razón de ser de la vida y sufrimiento de Max Rockatansky hubiera sido enderezar los caminos de la última heroína, prepararse para el encuentro con la mujer de un solo brazo, quien (por oposición a una degenerada patriarcalidad violenta, sexualmente agresiva) encarna el mito arquetípico de la diosa matriarcal de la prehistoria, que regresa renacida entre brumas y ruinas para situar a la humanidad delante de un nuevo comienzo.