Sin tener voz ni voto nos hemos ido implicando, hasta emocionalmente, en la política de USA. Es verdad que del conflicto yanqui-español de fines del XIX y del antiimperialismo histórico un tanto sesgado de la izquierda aún nos llega cierta herencia a la contra (que pese a todo conviene administrar: en ella hay dignidad). Pero muchos podemos haber sentido vergüenza cívica del gran apoyo a Trump y sus maniobras finales, o sentir ahora que de algún modo el incombustible Biden es nuestro presidente. De igual modo podemos admirar (aunque sea como súbditos casi coloniales) a políticos enteros y decentes como el fallecido senador republicano McCain o el demócrata John Kerry. Es verdad que el gran poder y el gran cine están allí, por lo que no es raro que nos secuestren, pero ¿por qué no habrá en nuestra Europa líderes políticos con esa capacidad de seducción sin dejar de ser normales?