Las agresiones al personal sanitario son uno de los temas pendientes del sistema público español. Los datos sobre los ataques a personal sanitario son cada día más sangrantes y preocupantes, tanto para los profesionales que están en primera línea como para las instituciones que actuamos en su defensa.

En momentos tan duros como los que estamos viviendo, en una pandemia en la que estamos dando el 150% de nosotros para vencer el virus, los facultativos necesitamos protección por parte de nuestros gobernantes y complicidad de parte de nuestros pacientes.

Por el contrario, cada falta de empatía nos desmotiva y, en muchas ocasiones, nos hace sentirnos realmente impotentes y temerosos de volver a sufrir un episodio de violencia. En el peor de los casos, nos enferma y nos obliga a una baja laboral.

Desde hace años, el personal sanitario es víctima de agresiones de enfermos o sus familiares sin que los gestores hayan hecho nada por solucionarlo. Hemos observado cómo han incrementado las agresiones en todas sus modalidades: faltas de respeto, coacciones, amenazas, insultos€

Las denuncias solo muestran la punta del iceberg. Hay muchas más que pasan desapercibidas porque la percepción que tenemos es que «la denuncia no sirve para nada» y, lo más grave, «esto es lo normal en nuestro trabajo».

¿En qué trabajo es normal que te hablen mal, que te falten al respeto o que te insulten y amenacen? En ninguno ¿verdad? Resulta inconcebible que la persona que cuida de tu salud y tu bienestar sea agredida.

Desde las organizaciones profesionales, animamos a los compañeros a que denuncien cualquier agresión para hacer visible este problema tan trágico. Lo peor que podemos hacer es quedarnos callados y asumir que la violencia forma parte de la vida y del trabajo. No podemos permitir que las agresiones sean nuestras compañeras de consulta.

Los ciudadanos que desconocen que los responsables de la gestión sanitaria no somos los médicos nos culpan de los problemas en la asistencia sanitaria, como el aumento en las listas de espera, la demora en las pruebas, la falta de comunicación presencial, etc. porque los facultativos somos la cara visiblede la Sanidad. Insistimos en que los médicos no gestionamos los recursos, ni su distribución ni el funcionamiento de la Sanidad. Son los gobiernos los que gestionano, mejor dicho, los que deberían hacerlo de manera que identificasen los fallos en el sistema y les pusiesen soluciones inmediatas y eficaces.

Las agresiones al personal sanitario son un problema que viene de lejos y que se ha agudizado con la pandemia, dada la enorme carga asistencial que soporta el médico y que la Administración no ataja de una vez por todas. Cesaron los aplausos pero permanecieron las agresiones.

Hay muchas soluciones para poner fin a las agresiones. Una de ellas es aumentar la oferta de plazas MIR anuales, es decir, que los graduados en Medicina sean los mismos que los que obtengan la formación en una especialidad.

Todos los años, una media de 5.000 egresados de las facultades de Medicina se queda sin poder acceder a esta formación por la escasez de plazas. Un aumento de las mismas nos permitiría, en unos años, poder engrosar las necesarias plantillas de médicos en Atención Primaria y en hospitales.

Las pírricas plantillas de médicos, fruto de más de diez años de recortes, son un caldo de cultivo estupendo para que los agresores se ensañen con nosotros. Y hay que decirlo bien claro: la responsabilidad de los problemas sanitarios es de las Administraciones, tanto la central como las autonómicas.

La Sanidad es la gran olvidada por los gobiernos, que solamente se preocupan de ella (cuando llegan las elecciones) para recoger votos. El resto del tiempo la ven como un sitio donde poder recortar. A veces, incluso, han culpado a los facultativos del gasto sanitario.

También seguimos sin estabilizar las plantillas con buenos contratos, indefinidos en la mayoría de las veces, que permitirían que el enfermo no tuviese que ser visto por cinco médicos distintos en una sola semana. La relación médico-paciente es muy importante en nuestra profesión y sentar unas bases de confianza es necesario para fidelizar al enfermo con su médico y con su tratamiento.

Siempre tenemos en mente a los compañeros que tuvieron que irse fuera de nuestras fronteras en busca de mejores condiciones laborales, económicas y profesionales. Es una pena que no consigamos que regresen los talentos que se tuvieron que ir por falta de mejoras en nuestro sistema sanitario, por falta de reconocimiento social e institucional. Todavía estamos muy lejos de compararnos con cualquier otro país europeo y, por eso, es difícil que quieran abandonar lo que han conseguido para volver a un sistema que maltrata al médico. Esa mentalidad de nuestros gobiernos tiene que cambiar. Si cuidamos a nuestros profesionales, estamos cuidando a nuestros pacientes y, en definitiva, a nuestra sociedad, ofreciéndoles mayores prestaciones, más calidad en la asistencia y mejor calidad de vida.

Desde las organizaciones que representamos a los médicos, exigimos a la Administración que dote de medidas de seguridad adecuadas a todos los centros de salud, consultorios, consultas hospitalarias y Urgencias de los dos niveles para que nuestros profesionales se encuentren seguros y protegidos. Queremos que sea la Administración quien informe a los ciudadanos de que es la última responsable.

Los facultativos pedimos tiempo para atender a nuestros pacientes con la calidad que se merecen. Cuando el médico está sobrecargado de trabajo, cuando el compañero se pone de baja y el que queda se carga con su trabajo porque faltan sustitutos o cuando no puede disfrutar de su descanso y de sus días libres€ puede surgir el conflicto. Por eso es tan importante que trabajemos en unas buenas condiciones físicas y mentales para poder ofrecer la mejor asistencia sanitaria a nuestros pacientes.