A veces leo cosas y pienso en ti», rezaba el primer mensaje del día en el celular. Acto seguido, la cosa: en el BORM de 17 de noviembre del presente, la Comisión de Gobierno publica el Decreto 147/2020 para la concesión directa de subvenciones a centros educativos privados concertados. Total: 778.844,52 euros, para un periodo hasta 31 de diciembre de 2020. Como síntoma, la mayor cuantía va a parar a un centro elitista, confesional y segregador de su alumnado por criterio de sexo.

Para escenificar adecuadamente su apuesta política por la iniciativa privada alimentada con fondos públicos, ese mismo día observamos a responsables de Gobiernos autonómico y locales del PP exhibiendo lazos naranja en apoyo de la escuela privada concertada. La mismísima consejera de Educación, maestra de la escuela pública o, más consecuente, la concejala de Educación del ayuntamiento de Murcia, directora de un centro privado no apto para todas las rentas.

La camiseta verde por la Escuela Pública no les debe resultar apropiada a quienes dirigen este servicio en nuestra región, teniendo en cuenta que en su praxis política el presupuesto público es un instrumento al servicio de los suyos. Prefieren el lazo en la pechera, quizá porque la camiseta ajusta mal. Sin ir más lejos, a mí me hace barriga.

Definido por la RAE en su duodécima acepción como «unión, vínculo, obligación», el término lazo, del latín laqueus, significa ´trampa´. El lazo naranja es una pantomima, una gracieta para ocupar espacio en los medios. La realidad tras el lazo es esa herramienta llamada Boletín Oficial, que no tiene nada de simbólica, ni gasta bromas, ni lleva fotos. El 3 de noviembre, de nuevo el Consejo de Gobierno, mediante Decreto 137/2020, ya había aprobado otra «concesión directa de subvenciones a centros educativos privados concertados que imparten enseñanzas de Educación Primaria, Educación Especial y Educación Secundaria Obligatoria para la sufragación de gastos extraordinarios en materia de recursos humanos derivados de la situación sanitaria Covid-19». Hasta 31 de diciembre de 2020, el lazo nos cuesta otros 4.264.651,72 euros.

¿Estamos ante una doble vía de financiación pública a favor de las empresas privadas del ámbito educativo, mediante concierto y subvenciones directas?

En Murcia, la clase trabajadora pagamos la nómina de sus docentes, entre otros, a un colegio elitista, confesional y segregador por sexos al que nuestras familias jamás podrán acudir. Como dice el profesor Fulgencio Martínez Lax, a propósito de los centros concertados que rechazan la LOMLOE, «lo que les preocupa es que en el pupitre de al lado esté sentado un niño que no pertenezca a su religión o estatus económico. Entonces, no estamos hablando de la educación concertada, sino de la educación privada y eso es otra cosa muy distinta».

Lo expresa muy bien Unai Sordo, secretario general de CC OO: «Toda la construcción ideológica liberal/conservadora está encaminada a la segregación. Por eso la educación y el sistema fiscal son sus caballos de batalla. Reducir la cobertura pública al asistencialismo. Secesión de clase. Y que paguemos entre todos, claro». Como Roma no paga traidores, ahí los tiene usted, despotricando contra quienes quieran tocarles el lazo del clasismo y la financiación a fondo perdido.

En medio de condiciones tan duras en nuestra región y ante la necesidad de una presencialidad segura que no expulse a nuestro alumnado de las aulas y complique la existencia a sus familias, el gobierno regional nos saluda con el lazo de apoyo a la concertada. En plena pandemia, no ha sido capaz de aplazar, siquiera por este curso académico, el concierto del Bachillerato (etapa no obligatoria) para centros privados, que roba al presupuesto público (el que asegura el servicio educativo a las familias trabajadoras) 26 millones de euros anuales. Nuestro gobierno regional podía elegir y eligió el lazo, como hace un año el pin.

El lazo es el pin, que ha vuelto.