No es que los políticos de este país hayan sido un prodigio de nivel intelectual, probidad personal y altura de miras, pero hay que reconocer que los Suárez, González, Guerra, Aznar, Zapatero o Rajoy se aproximaban bastante a lo que podríamos llamar personas normales, entendiendo por tal definición no un dechado de virtudes sino alguien con el que no te importaría tomarte un café o unas birras. Meto también en este saco a nuestro actual presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, que aunque se pasa cuatro pueblos de cinismo y truhanismo político, encaja bastante bien con el estereotipo de los políticos mencionados, incluso con algo más de cultura (el primer presidente que al menos se expresa en un inglés decente) y una planta personal más que resultona.

Desgraciadamente, no le acompaña el resto de la plantilla de políticos actuales, empezando por los del PP, unos jóvenes cachorros amamantados por el propio partido en Madrid desde pequeños y con un perfil de pijo de la capital del que no se pueden desprender por mucha barba que se dejen. Adelanto que tengo mucho respeto y varios amigos que responden a este perfil o incluso profundizan en él. No digo yo que pijo sea sinónimo de incompetente o mala persona, pero afirmo que los pijos que pueblan ahora la dirección del PP tienen un hándicap muy difícil de superar, en tanto la gente pija aparece claramente desconectada de la realidad social y política de la mayor parte del cuerpo electoral. Recuerdo haberle mencionado a uno de mis amigos pijos la conveniencia de tomar un autobús en vez un taxi, ante lo que replicó ofendido: ¡yo nunca he viajado en transporte público! Hay que hacer una excepción que el actual alcalde, que es el único que pasaría por fan del Athletic entre toda la caterva del pijerío pepero madridista.

La verdad es que la sucesión de Rajoy fue una oportunidad malograda por el PP, que hubiera elevado fuertemente su atractivo político eligiendo a Soraya Sáenz de Santamaría, una joven pero experimentada política y abogada del Estado, en vez de un peso ligero con un dudoNo digo yo que pijo sea sinónimo de incompetente o mala persona, pero afirmo que los pijos que pueblan ahora la dirección del PP tienen un hándicap muy difícil de superar, en tanto la gente pija aparece claramente desconectada de la realidad social y política de la mayor parte del cuerpo electoralel texto citadoso máster de baratillo sacado por los pelos como Pablo Casado. Y no digamos si el nuevo líder del PP hubiera sido un peso pesado de la política como el presidente de la Xunta, el médico Alberto Núñez Feijóo. En esa nueva hornada de dirigentes se posicionaron inmediatamente una colección de pijos, entre los que destaca la presidenta de Madrid y la inefable Cayetana Alvarez de Toledo, la más pija de las pijas como solo lo puede ser un retoño de una familia patricia argentina. Afortunadamente para los que en su momento votamos al PP y no descartamos volver a hacerlo en el futuro, la pijería es una cosa que se va curando con la edad, con el contacto con personas de fuera de ciertos barrios de Madrid y, sobre todo, con la más que probable experiencia de las sucesivas derrotas electorales que le esperan al PP y a sus actuales dirigentes debido a la falta de sintonía con el electorado periférico.

Pero no solo de pijos está poblada la nueva fauna política actual, fuertemente renovada en apenas tres o cuatro años. Junto a ellos se alinean los herederos del movimiento popular que se alzó contra los políticos tradicionales y la casta dirigente el 15M, o lo que queda de ellos después de tanta purga de disidentes del partido, siguiendo la más estricta tradición estalinista. Aún temperados por el ejercicio del poder gubernamental y los aires de la sierra madrileña, estos chicos de Unidas Podemos representan la normalización de la burbuja radical omnipresente en las redes sociales y conformada por trolls y haters de todos los modelos y versiones. Esta jauría se caracteriza por el repetido uso de la estrategia de la caza en grupo más propio de las hienas que de las personas. Como pone en evidencia la sentencia condenatoria de un juez esta semana al inefable Echenique y su conmilitón Del Olmo, portavoz en el Congreso de Unidas Podemos, este grupo se caracteriza por señalar a alguien que le molesta o se opone a sus intereses con la seguridad de que la manada le seguirá con las descalificaciones, insultos y amenazas de rigor. No les importa justificar el asesinato de un presunto culpable de una violación no sentenciada o, más habitualmente, denunciar como marioneta de la derecha judicial cualquier instrucción o diligencia que pueda lesionar sus intereses. En todos esos casos, los machos alfa de la jauría tuitean su condena al que consideran responsable para asegurarse de que sus fieles entiendan a quienes deben atacar. A eso se llama 'manejar bien' las redes sociales.

Un sabio manejo que también es predicable en grado extremo de nuestra tercera especie de nuevo perfil político emergente, los energúmenos de Vox. Estos personajes, que por lo menos van aseados y limpitos al salir de casa, no como los de Unidas Podemos, se caracterizan por una elevada agresividad verbal y un discurso en el que los inmigrantes son los culpables de todos los males que atenazan a nuestro país, los inmigrantes y, se supone, la conspiración judeo masónica de signo bolchevique que, aunque a nosotros nos honra, a ellos les envilece (Franco dixit). Estos energúmenos empezaron por denigrar al partido que les crió, como la loba a Rómulo y Remo, llamándoles directamente «la derechita cobarde», supongo que por contraste con la derecha del Cid Campeador que son ellos. Lo curioso de Vox es que haciendo política en el día a día no son tan fieros como ellos quieren verse a sí mismos. Su mayor pecado, por el contrario, es segar de raíz las posibilidades de que en España exista un partido liberal conservador que aspire en un tiempo razonable a gobernar la nación, para beneficio del PSOE y de su cohorte independentista.

¡Y nosotros que creíamos que los únicos friquis de nuestro panorama político eran los rufianes de ERC y los proetarras de Bildu! Esperemos que la derrota de Trump sea el inicio del fin de estos políticos mutantes que irritan la sensibilidad de las personas normales como somos la mayoría de los votantes.