Santos. Una mujer árabe, con túnica hasta los pies y pañuelo en la cabeza, me enseña un pequeño plano de Murcia ciudad, en la calle, y me dice señalando las fachadas que tenemos cerca: «Por favor, Esto es San Miguel, y eso es San Esteban, ¿verdad? ¿Me puede decir dónde está Santo Domingo?». «Sí» le respondo, «efectivamente estos son los lugares que me dice, y Santo Domingo está muy cerca, por allí», y se lo indico. La verdad es que me parece mucho santo católico para una mujer musulmana, pero lo lleva con total naturalidad.

Agarrado. Esperemos que la expresión 'ni a tiros' sea una frase hecha que no puede tomarse nunca como literal.

Si se abre, que se abran otras cosas. Ayer, sábado, se puso en marcha la apertura de las terrazas de la hostelería en algunos pueblos y ciudades de la Región. Me pregunto yo si los vecinos de Villanueva no se acercarán hasta Ojós, por algún camino que ellos solo conocen, a tomarse una cerveza, tranquilamente. O los de Blanca a Abarán, o los de La Unión a Cartagena. Todo depende de las ganas que realmente tengan de hacerlo. Por cierto, se abre también todo lo relacionado con la Cultura. ¿Comienzan a programar teatro, conciertos y exposiciones, los ayuntamientos y las demás instituciones? Con las debidas precauciones, pero, oiga, a ver si solo nos vamos a alimentar de cervezas y marineras. A la cabeza también le hace falta algo de alimento, con las precauciones que sean, pero funcionando.

Es completamente natural. Me parece una idea muy buena que se acepte la consideración de La Manga del Mar Menor como una unidad territorial. Como ustedes saben, 5 kilómetros pertenecen al municipio de Cartagena y 15 al de San Javier. Es absurdo que todos los vecinos no puedan compartir los servicios instalados por los dos ayuntamientos, o los comercios y otros establecimientos porque pertenecen a otro pueblo que se acaba en una rayita que alguien dibujó en un plano.

Opinión. Me entero por la prensa de que Paquirrín ha dicho que Isabel Pantoja, su madre, es una mujer mala. Él sabrá por qué lo dice.

Se despista. Delante de un puesto del mercado, dos hombres se acercan y se ponen a mirar los productos por entre la gente. Una mujer los mira y les dice: «Por favor, vamos a mantener las distancias de seguridad». Uno de ellos, con buen tono, le responde: «Muchas gracias por recordármelo, señora; no me había dado cuenta. Es que a veces se me olvida lo jodidos que estamos». Y se aparta.

A pagar. A Messi, últimamente, le están sentando fatal un montón de cosas, entre ellas, que Hacienda lo esté investigando de nuevo. A mí, sin embargo, me parece bien que una persona que gana el dinero que él gana pague hasta el último euro que le corresponda. Y, si se cabrea, que se cabree.

Desaparecidos. A veces, cuando leo en el periódico, o escucho en una radio o veo en la tele que un diputado nacional o un senador dice algo, comenta algo de su trabajo, da noticias de lo que se cuece en Madrid y que nos afecta, me da mucha alegría, sobre todo porque así me acuerdo de sus caras, de cómo se llaman, de quiénes son los que votamos para que nos defendieran allí. Hay alguno que es habitual de los medios, pero la gran mayoría es que no dicen ni pío de lo que están haciendo, de cómo se ganan el sueldo que les proporcionamos con nuestros votos. Y no pongo nombres por no señalar, pero que cada uno de ellos y ellas se mire su conciencia, que decía mi madre.

No le gusta el ambiente. Una persona cercana me dice cuando estamos viendo The Crown: «Qué horror de vida la que lleva esta gente. Van de palacio en palacio, y en todos parece haber la misma porquería».

Serie. Esta semana la he dedicado a ver The Crown. Hay que reconocer que está muy bien hecha. Bien es verdad que en algún momento te cansas de tanta alfombra horrible, de tanto mueble espantoso lleno de dorados por todas partes y de ver a esa familia, algo tarada en general, siempre sin hacer absolutamente nada, sentados tomando té o whisky, o poniéndose los cuernos unos a otros. Pero lo cierto es que los actores lo hacen de maravilla, sobre todo Olivia Colman y Josh O'Connor, y que hay personajes muy buenos, como el de la princesa Margarita que interpreta Helena Bonham Carter. Ya me lo habían avisado, y yo se lo aviso a ustedes: el capítulo VII merece la pena una atención especial. Por cierto, lo que pone en la pantalla de que hay sexo y desnudez es mentira. Ojalá, porque se animaría un poco la cosa, pero de eso nada.