Llevamos meses en los que la información sanitaria y la que no lo es está infectada por el coronavirus. El maldito bicho ocupa nuestras rutinas, nuestras televisiones, nuestros carros de la compra y hasta nuestras conversaciones. Por más que uno se proponga aparcarlo, tratar de olvidarse de él tan solo un instante, al final, el maldito bicho se hace tan patente como invisible y te vuelve a chafar tus planes.

Por eso, empezar la semana con una noticia tan gratificante como la apertura del servicio de Hemodinámica a tiempo completo en nuestro hospital de Santa Lucía, en nuestra Cartagena, le insufla a uno un torrente de ilusión, de esperanza. Es como una especie de despertar, de saber que nuestro corazón está latiendo, a pesar de tanto Covid, aunque su pum pum suene más bajito, aunque se nos haga trizas cada vez que escuchamos las dramáticas cifras de fallecidos, cada vez que las elevadas cifras de contagios nos apartan un día más de nuestros abuelos, nuestros padres, nuestros hijos, nuestros nietos o de aquel amigo al que estás deseando estrujarle la mano como Dios manda y darle un abrazo que jamás hubieras pensado que necesitarías tanto.

HEMODINÁMICA LAS 24 HORAS

Hemodinánica las 24 horas los siete días de la semana en Cartagena nos da vida, nos mantiene vivos, porque, aunque no sólo de infartos vive este servicio, sí nos garantiza menos desplazamientos, más cercanía para tratar de mantener nuestras arterias y nuestro corazón sanos.

Además, es una de esas viejas reivindicaciones de los cartageneros y de esas promesas anunciadas en campaña que quizá se hayan hecho esperar algo más de lo previsto, pero que ya está aquí.

La vicealcaldesa, Noelia Arroyo, destacaba el pasado lunes, el mismo día en que se habilitaba el servicio de Hemodinámica de forma permanente en el Santa Lucía, que este logro se había conseguido gracias al gran esfuerzo de los profesionales, a pesar de que se trata de un proceso muy complejo y en el peor escenario sanitario posible, debido a la pandemia del coronavirus. Lo que no dijo es que es tal vez el mejor momento posible, porque estamos necesitados de noticias tan buenas como ésta.

La propia alcaldesa, Ana Belén Castejón, insistía en reconocerle el mérito a Arroyo por su trabajo e insistencia para conseguir este logro y evidenciaba una vez más las bondades de un Gobierno local formado por tres grupos, pero estable y, sobre todo, en el que tienen claro que lo que les une es conseguir lo mejor para Cartagena con empeño y dedicación, con reivindicaciones y exigencias, pero sin ruidos ni alharacas, sin estridencias, de forma serena y sosegada.

Seguro que ha habido muchos debates en el seno de esta alianza de Gobierno entre los exsocialistas de Castejón, los populares de Arroyo y el Cs de Padín, pero, al menos de cara al exterior, son leales y evitan el conflicto, más bien, propugnan las bondades de trabajar juntos por su ciudad, nuestra ciudad.

EL CAMBIO, EN SIETE MESES

A la vicealcaldesa le faltan apenas siete meses para relevar a Castejón y sostener ella el bastón de mando de Cartagena y quizá podría haberse dedicado a prolongar algo más los plazos para ampliar un servicio tan demandado y esperado como el de Hemodinámica, podría haber esperado a ser alcaldesa y a llevar ese ‘pan’ para nuestra salud debajo de su brazo. Pero no lo ha hecho. El servicio es ya una realidad, con ella en segunda fila, con su trabajo en la sombra y su insistencia a su jefe en Murcia, el presidente López Miras, a quien le ha arrancado Hemodinámica lo antes posible para todos sus paisanos. Sin esperar vítores, sin triunfalismos, sin armar jaleos, aunque remarcando bien de quién es el mérito y el momento tan complicado en el que se ha conseguido, porque, como ella misma dijo: «La victoria tiene muchos padres».

Hay quienes no se cansan de criticar la alianza entre Arroyo y Castejón por Cartagena, hay quienes sostienen que es un paripé, hay quienes afirman que no todo es tan bonito como parece y hay quienes se mueren de envidia de ver que con firmeza, decisión, voluntad, respeto, lealtad y con las ideas claras se pueden hacer pequeñas y grandes cosas. No quiero imaginar un escenario tan tenso como el que hemos tenido otras veces en nuestro Ayuntamiento para afrontar una crisis tan destructiva como la del Covid-19. Se agradece la calma, la serenidad y el esfuerzo en desplegar esa red por la ciudad, los barrios y las diputaciones, apoyada en los propios colectivos y asociaciones vecinales para derrochar solidaridad hacia quienes lo están pasando peor, porque mal lo pasamos todos. Eso, la ayuda y la atención a los demás, será lo que quede, lo que querremos recordar para siempre, cuando todo esto pase.

LOS BARES SOMOS TODOS

Quienes seguro que respiran mejor hoy, quienes están algo más lejos de que tanta tensión y tanta incertidumbre les provoquen un infarto son nuestros hosteleros que, con permiso del Covid y también del Gobierno regional ya pueden volver a levantar la persiana y montar las terrazas.

Es una buena señal, porque indica que la situación mejora, aunque solo sea un poquito. Ahora conviene que disfrutemos de estos lugares tan gratos para conversar y del calor del amor en un bar con la máxima precaución para que no vuelvan a tener que cerrarlos enseguida. Además, podemos pensar que los bares son los hosteleros y sus familias, pero los bares somos todos, porque su actividad inicia una cadena de labores y servicios que nos salpica a todos y, si ellos caen, serán muchos los que irán detrás.

Así que nos alegramos de que, por fin, tengamos Hemodinámica a tiempo completo a apenas unos minutos, pero tanto como pedimos que, entre todos, cuidemos de nuestra salud, porque nuestros corazones están cada vez más hastiados de tantos sustos.

Brindemos con una caña, un vino o un café, pero a distancia, que ya recuperaremos los besos y los abrazos perdidos.