Fui en mi juventud, y de forma bastante activa, miembro del colectivo llamados Amigos del Pueblo Saharaui hasta que la madurez, el conocimiento de la historia y de la realidad me hicieron cambiar la visión de los hechos.

El problema político del Sahara, que dura 45 años, no es una cuestión sencilla, y requiere conocer los argumentos y las intenciones de los verdaderos involucrados en este diferendo regional, sobre todo los dos principales protagonistas, Marruecos y Argelia.

No vale elegir una versión desfigurada de la historia o reinterpretar unos cuantos hechos para engañar a la opinión pública y atraer la simpatía inocente e impulsiva de la gente.

Me siento testigo directo del camino seguido por los saharauis en los últimos cuarenta años. No voy a detallar mi currículo, pero llevo unos 35 años tomando el particular té y conviviendo de manera estrecha con muchos de ellos, entre los que puedo presumir de entrañables amigos.

Esta reflexión se basa en mi vivencia personal y en el conocimiento adquirido sobre la vida social y política en el Sahara. No existe el término creado de ´pueblo saharaui´ como tal. La población del Sahara forma parte, histórica y geográficamente, de Marruecos.

El Frente Polisario sigue manipulando a las poblaciones de los campamentos de Tinduf, donde centenares de mujeres, jóvenes y niños viven en condiciones inhumanas y en una pobreza extrema, cerca de Tinduf, en Argelia, un país petrolífero y gasífero.

Todo un escenario preparado y orquestado para manipular la opinión pública internacional para que Argelia siga hostigando a Marruecos, con el fin de desestabilizar la zona.

El movimiento separatista El Polisario utilizó a gente cuando puso a elementos suyos infiltrados, el pasado 21 de octubre, en la zona tapón, cerca del puesto fronterizo marroquí-mauritano El Guerguerat para interrumpir la libre circulación de personas y de mercancías.

El puesto fronterizo El Guerguerat garantiza, en gran parte, el intercambio humano y comercial, no solamente entre Marruecos, Mauritania y los países pobres de África del Oeste, sino entre numerosos países europeos, de los cuales España cuenta, y África del Atlántico.

Por desgracia, la propaganda de Argelia y del Frente Polisario en los medios de comunicación intenta hacer creer a la opinión pública internacional que la zona tapón registró actos de violencia. Y no es así. La situación se mantuvo muy tranquila cuando las Fuerzas Armadas marroquíes se vieron obligadas a desalojar la zona de El Guerguerat y de restablecer la circulación civil y comercial entre Marruecos y Mauritania.

Las acciones bélicas del Polisario constituyen una violación directa del alto del fuego firmado en 1991, una clara amenaza a la paz y la seguridad en la región y un desafío ciego de la legalidad internacional.

La comunidad internacional debe tomar conciencia de la gravedad del asunto y apoyar el proceso político de Naciones Unidas para preservar la paz y la estabilidad en la región de África del Norte y del Sahel.