Escuché esta semana una conferencia de la especialista Eve García Burgos sobre restauración y conservación de ríos urbanos, organizada por el proyecto ODSesiones de la Universidad de Murcia y su Facultad de Turismo. Tras la charla quedó completamente reforzada mi idea inicial de que la conservación y la recuperación de las riberas de nuestros ríos es uno de los principales retos que la gestión de cuencas tiene a todas las escalas, europeas, españolas y regionales.

La vegetación natural que ocupa las riberas de los ríos cuando éstos no están canalizados constituyen ecosistemas que los ecólogos, con su extraña jerga, suelen calificar como ´maduros´ y que suponen verdaderos reservorios de biodiversidad. La composición y la complejidad estructural de la vegetación (otra vez la inevitable jerga científica), la diversidad de especies de los sotos ribereños y su madurez ecológica, hacen de estos lugares refugio de numerosas especies animales, en ocasiones raras en Murcia o en peligro de extinción, como en el caso de la nutria. La situación de frontera entre el medio acuático y terrestre les confiere un singular valor como ´ecotonos´ o lugares de transición ecológica. Además, la vegetación de ribera constituye un corredor de contacto entre zonas alejadas que sirve de ´vector´ de movilidad y conservación de las especies y que conecta ecológicamente diferentes espacios naturales.

Pero las riberas naturales no sólo son lugares valiosos para conservar con objetivos de protección del medio natural, sino que además contribuyen a la estabilidad de las propias márgenes físicas de las riberas de los cauces, sujetándolas ante los empujes de las crecidas cuando el estrato arbóreo fija con eficiencia el suelo de las márgenes.

El valor paisajístico, cultural e incluso didáctico de las riberas naturales, sobre todo cuando están ocupadas por bosques de ribera, es indudable. Las alamedas, las choperas, olmedas o saucedas, acompañadas de su cohorte de especies de matorral ribereño, son lugares raros a cuyo lado uno puede encontrar recreo, paisaje y lo mejor de la naturaleza. Los ríos urbanos, en particular, combinan el doble hecho de que son infraestructuras verdes destinadas a jugar un papel cultural y social de primer orden en tanto que han sido maltratados durante décadas y por ello en muchas ocasiones se parte para su restauración de un estado lamentable.

Por eso el reto es espacialmente interesante. Países enteros en Europa y Comunidades Autónomas en España aplican ya con éxito políticas de protección de las riberas e incluso de restauración a condiciones más naturales de zonas previamente modificadas.

En nuestra región y en nuestros ríos hay algunos proyectos ya que van en esa línea Por ese camino es preciso transitar, de forma, además, cuanto más rápida, más intensa y con más presupuesto mejor.

Es la hora de extender a toda nuestra cuenca políticas activas de protección y mejora real de las condiciones ecológicas de los ecosistemas ribereños.