Juan José Liarte es el portavoz del grupo escindido de Vox en la Asamblea Regional (tres de cuatro diputados). De pronto, de ser un cero a la izquierda a efectos prácticos, ha pasado a convertirse en JJ El Deseado. Deseado, sobre todo, por Ciudadanos, que desde hace un tiempo le tira los tejos. La propuesta, por la mediación del portavoz parlamentario, Juan José Molina, de la propia coordinadora regional del partido, Ana Martínez Vidal, consiste en que los tres pasen de algún modo a formar parte del grupo de Ciudadanos. De algún modo, digo. Tal vez mediante un pacto de legislatura que asegure la unidad de voto en asuntos importantes de la gobernación que convengan a los naranjas, porque es difícil dar credibilidad a los rumores sobre una integración.

De llevarse a cabo tal acuerdo, significaría que Ciudadanos fortalecería su Grupo Parlamentario, actualmente en precario por la posibilidad de que cuando Martínez Vidal se deshaga de la vicepresidenta, Isabel Franco, ésta, también diputada, pudiera pasarse al Grupo Mixto o, como ha sucedido con Vox, permanezca en el de Ciudadanos, pero con una estrategia de voto propia, gesto que, de producirse, como temen en la sede de Centrofama, pudiera arrastrar a algún otro diputado, Francisco Álvarez, pongamos por caso.

EL MALESTAR

Martínez Vidal no ha renunciado a ocupar la vicepresidencia, cargo que considera que le pertenece de pleno derecho una vez alcanzado el primer objetivo de convertirse en lideresa. Con Franco no solo no se habla sino que la rebate abiertamente en Twitter, su espacio predilecto de disertación. De hecho, Vidal ejerce ya como vicepresidenta, de ahí sus recientes enfrentamientos con la sección gubernamental del PP, especialmente con Javier Celdrán, y desde esta semana con el mismo Fernando López Miras a cuenta de iniciativas del Gobierno, algunas de su competencia y otras ajenas a ellas, que considera que no le han sido consultadas, como el cierre de la hostelería o el aumento de sueldo a los funcionarios en los próximos Presupuestos. Desde el segundo escalón del PP aseguran que ambas decisiones se tomaron en órganos en los que ella tiene plaza, pero a los que no asistió cuando se debatieron ambas cuestiones. En el primer caso, en la Comisión Covid, y en el segundo, en el Consejo de Gobierno de la semana anterior a la que hoy concluye.

LA EUFORIA POR PASAR DE 6 A 3

Lo que parece molestar a Martínez Vidal es que las conclusiones técnicas se automaticen como políticas, de ahí que impusiera su presencia en la Comisión Covid, integrada inicialmente por los gestores de los diversos estamentos administrativos de la sanidad, y esto contra toda lógica, pues si ha de primar lo relativo a la salud, el contrapeso de una ´consejera económica´ podría traducirse en la calle como un ejercicio de ´presión política´ al margen de las necesidades que impone la pandemia, pero López Miras se lo facilitó para evitar un conflicto. Lo sorprendente es que, una vez conseguida la plaza en esa comisión, suele ejercer el absentismo. Y es que Martínez Vidal no goza del don de la ubicuidad: consejera, portavoz, presidenta del Info, diputada, coordinadora y hasta vicepresidenta (por fin vicepresidenta de algo) de una comisión europea del Comité de las Regiones, o similar.

En realidad, la de Empresa parece tener interés en escenificar sus enfados con el PP y de que trasciendan, quizá por consigna nacional: hay que desmarcarse de los socios populares. Esta estrategia está dando algún resultado a Cs en el ámbito nacional, a juzgar por las encuestas. El empeño de Inés Arrimadas en negociar con el Gobierno socialista, a pesar de trazar a la vez sus ´líneas naranja´, reproduce en parte de sus frustrados votantes de antaño, todavía nostágicos de lo que pudo haber sido y no fue, la idea de que, por encima de diferencias ideológicas, Cs pretende contribuir de nuevo a la gobernabilidad y a la estabilidad, y más en estos tiempos de pánico social. Y, en efecto, Cs avanza discretamente en las encuestas nacionales, pero en la regional de Murcia cae estrepitosamente. La de los colegas del CEMOP, publicada esta misma semana, reduce las perspectivas de Cs a tres diputados, la mitad de los que ahora tiene. Y a pesar de esto llama la atención la euforia con que han sido recibidos esos pronósticos. La lideresa se felicita de que su partido «sigue siendo decisivo», porque suma mayoría con el PP, que crece a su costa, olvidando que también Vox sería decisivo, y cuando hay dos ´decisivos´, ninguno lo es, pues el mayoritario, en este caso el PP, puede elegir y, por tanto, rebajar las exigencias de cualquiera de los aspirantes a socio. El senador Miguel Sánchez (aparcado por el actual aparato, a pesar de su intensa labor en el cargo) precisa públicamente que en caso de que el PP obtuviera 22 diputados y Cs, 1, también podría decirse que es ´decisivo´ en la mayoría de 23, extraño consuelo.

En sentido contrario, el portavoz parlamentario, Juanjo Molina, ha llegado a asegurar que «Martínez Vidal pisa los talones a Diego Conesa», el líder socialista, en la valoración de líderes, un optimismo exagerado a la vista de que, aun si así fuera, esto no se traduce en respaldo ciudadano, y menos con una popularidad de un 20%. Al reducirse los escaños, y considerando el carácter autoritario y prejuicioso, ya demostrado, de la lideresa, nos espera un ancho periodo de adulación para encajarse en los tres primeros puestos de la futura lista si no se consumara la más probable solución de una conjunta en la fórmula Murcia Suma.

TENSAR SIN ROMPER

Pero sin desviar el ojillo del futuro (son jóvenes, y el futuro lo es todo, porque fuera de la política hace mucho frío), el presente muestra un horizonte de tres años que hay que cultivar. Ahora estamos en fase de desmarque, aunque del tipo tensar la cuerda sin romper las hebras. A buenas horas, tras catorce meses en que la política de Cs ha ido pareja en todo a la del PP, y esa falta de singularidad es la que traduce la reciente encuesta, a pesar del sesgo que se le supone por la condición de fontanero del PP de alguno de sus cocineros.

Lo malo del desmarque es que lo que trasciende no son cuestiones de fondo, sino el enfado personal de la jefa de Cs por no ser consultada en las decisiones importantes. Cabe preguntarse: de haber sido consultada ¿habría aprobado tales decisiones? Si subir el sueldo o no a todos los funcionarios, de acuerdo al apunte del Gobierno nacional en sus propios Presupuestos, es un debate interno basado en que Vidal no estaba presente en el Consejo de Gobierno en que se decidió que sí y por eso ella estaría en contra tendríamos que deducir necesariamente que nos gobiernan adolescentes caprichosos.

GIRAR AL REVÉS

El problema del desmarque en este capítulo es que el tiro le ha salido a Cs por la culata. Si lo que se pretendía era mostrar distancia de la política unilateral del PP para visualizar un giro al centro, los sindicatos han venido a demostrar que es justo lo contrario, pues aprueban el intento del PP de cumplir el espíritu y la letra de los Presupuestos nacionales y achacan a Cs un gesto reaccionario. Para girar al centro, Cs debe hacerlo hacia la izquierda, pues parte de su situación de empotramiento en la derecha (Gobierno con el PP, a pesar de que contaba con la alternativa PSOE, y apoyo parlamentario de Vox). El giro es hacia la izquierda, pues más a la derecha ya no se puede estar. O sí, si con su actitud lanza al PP hacia el centro.

POLÍTICA VIRTUAL

Más le debe doler a Martínez Vidal el cierre de la hostelería, pues le toca instrumentar a ella como consejera de Empresa las ayudas compensatorias, aun a sabiendas por todos de que éstas serán virtuales; de hecho, ni siquiera se ha publicado decisión oficial alguna tras el anuncio público de dichas ayudas. Además, quienes en ese sector tengan retrasos de pago a la Seguridad Social no podrán acceder a ellas; las cuotas de autónomos a través del Sef ya existían, solo se beneficiarán las nuevas altas; los créditos a interés cero también estaban vigentes, y solo serán cursados a aquellos que tengan capacidad para devolverlos, y los anunciados quince millones a fondo perdido, divididos entre 8.000 hosteleros, tocan a 1.875 euros, siempre que cada uno de ellos esté al corriente de pagos a la Administración, así que tú me dirás. Y, mientras tanto, la ristra de cierres definitivos exigiría un parte diario, como el de los contagios por coronavirus. Además, viendo cómo han gestionado los Ertes cabe suponer el viacrucis que espera a los pequeños, medianos y grandes empresarios de la hostelería.

ROTO POR DENTRO

El desmarque se escenificó formalmente en el último Consejo de Gobierno con otra reparandoria de reproches de la de Cs al sector pepero. Volvió a recordarles que si están donde están es porque Cs aceptó pactar con ellos, pero esta vez obtuvo una respuesta de López Miras, más o menos literalmente: «Aquí estamos todos en precario», como diciendo, tras la encuesta del amigo CEMOP, que unos más que otros. Vidal, en plan Casandra, llegó a pronosticar que ese diálogo sería reflejado en estas páginas que está usted leyendo, y a la vez se congratuló de que en otras, de otro medio, se plasmaran sus discrepancias con Celdrán, de donde se deduce que para la portavoz hay periodistas buenos y periodistas malos, aunque unos y otros coincidan en reflejar lo mismo.

La estrategia inducida desde Madrid para que se visualice un tono distinto de la política de Cs respecto a la del partido madre, PP, la gestiona Martínez Vidal con no poca torpeza y desde la instancia de su propio orgullo personal. López Miras y sus guardianes acumulan paciencia y dejan que la nueva líder de Cs se explaye contra ellos, a sabiendas de que la mejor respuesta es el silencio, tal vez a la espera de que tanto aspaviento agote vanamente las energías de lo que queda de Cs.

Pero este reguero de anécdotas es bien expresivo de que la política verdaderamente consistente como tal está ya completamente ausente del núcleo central de la gobernación autonómica. Este Gobierno hace aguas por todos lados, ya incluso en lo que se refiere a las relaciones internas. La líder de Cs ni siquiera compatibiliza con su propio equipo en el Gobierno, y a su vez se muestra como una bomba para el equipo del PP, que tampoco funciona con eficacia. Las discrepancias de todo tipo apenas trascienden (a pesar de que Martínez Vidal pretende que trasciendan, aunque de manera controlada por ella), pero el clima interior es denso. El Gobierno está roto por su propia inconsistencia y por los vaivenes de la coalición; ésta sobrevivirá por razones mutuas de supervivencia, pero la avería general es ya visible incluso en Twitter. La única tranquilidad del partido mayoritario reside en que, haga lo que haga, la relación de fuerzas izquierda-derecha persiste desde mediados de los 90 en una balanza poco variable según coyunturas muy circunstanciales entre el 40% y el 60%. Esto no hay quien lo mueva, de modo que en la derecha pueden permitirse el lujo de disfrutar del don de la siesta.

Pero vienen vientos recios. El siguiente capítulo, tras la defenestración de Franco y del posible reforzamiento del Grupo Parlamentario de Cs con los de Liarte, en orden temporal inverso, ya lo adelanto: Martínez Vidal será no solo vicepresidenta sino que también querrá ser consejera de Presidencia, para estar en la alta política y desprendida de la penosa gestión, por mucho que la CROEM la venga amparando en esta función. Átate los machos, Fernando.