Cuenta la leyenda que un abogado oriolano, al recibir una carta de un colega, escrita en catalán, le contestó de inmediato. Tras sentarse delante de la entonces máquina de escribir y con los ojos cerrados, fue golpeando al azar las teclas de la misma. Todas esas consonantes con alguna vocal, fueron enviadas como contestación a la misiva del letrado catalán. No sé si esta historia es o no verídica, pero lo que sí es cierto es que los hay, que llevan al más allá de lo lógico su idiosincrasia, que desde luego no es mejor que la mía. Y una de las maneras de demostrarlo es a través de reclamar la independencia en unos casos, o el uso de su lengua como obligatoria y única en su Comunidad. O, meramente, establecer en los concursos como mérito único o no, para acceder a determinados puestos de trabajo público, el dominio de esa lengua.

Una reciente noticia informa que el Gobierno destierra el castellano y garantiza la educación solo con la pública. Se trataría de aprobar una ley propuesta, por la elocuente y clara en sus explicaciones, ministra Celaá, que puede eliminar el castellano como lengua oficial del Estado como vehicular (servir de vehículo o medio de trasmisión o de difusión, según la RAE), a pesar de que constitucionalmente lo son tanto el castellano como las demás lenguas cooficiales. Me pregunto si se tratará quizás de una argucia más para aprobar los presupuestos con el voto de los nacionalistas, a sabiendas de que después esa ley si se aprueba, la va a tumbar el Constitucional. No creo que Sánchez sea capaz de engañar.

El Tribunal Constitucional, igual que el Supremo, los Tribunales Superiores de Justicia y los juzgados de lo contencioso administrativo, han resuelto de forma unánime que nada impide reconocer al catalán como lengua vehicular, pero ello no significa preterir al castellano, sino que por el contrario también debe ser considerado como lengua vehicular en la enseñanza obligatoria. Está claro pues, que escoger la lengua castellana como vehicular es un derecho reconocido. Y entonces ¿qué sentido tiene seguir planteando su exclusión por ley, dejando el castellano al margen de la elección, quedando el catalán como única lengua vehicular? La razón es sencilla.

Primero, porque es sumamente útil aprender una lengua que hablan diez millones de personas, en lugar del castellano que lo hablan 463 millones de nativos. En segundo lugar, porque aparte de esa utilidad de uso universal, todos los catalanes están de acuerdo en que se suprima poco a poco el castellano, porque ni hay andaluces, ni extremeños, ni murcianos€ viviendo en Cataluña, que se consideran también españoles además de catalanes. En tercer lugar, por qué no se les va a decir a los alumnos, que el independentismo es la vía mejor para abandonar un país opresor. y para eso hay que empezar por olvidar su lengua, aunque cuando se desplacen solo cientos de kilómetros, ya no les sirva para nada.

En fin, que es tal el disparate jurídico, lógico, social y educativo, que me parece mentira que aún se pruebe colar en la ley suprimir el castellano y dejar una lengua cooficial, como única vehicular en los centros educativos de Cataluña. Claro que si esta ley la propone la misma persona que establece el derecho a pasar de curso escolar, aunque no haya dada ni clavo el alumno a lo largo del curso, no me extraña nada. Así que, algunos profesores no entienden nada, y además se la están jugando día a día con adolescentes, que con un poco de suerte, alguno de ellos el día anterior, hizo botellón solidario.