En la Cámara de Representantes, el recuento continua. Cuando escribo estas líneas van ´anunciados´ 216 representantes demócratas frente a 196 republicanos, con una ganancia neta de cinco puestos para los republicanos. Tal como va el recuento ahora, mi predicción es que terminares con unos 225 demócratas frente 210 republicanos, con una ganancia neta de 10 para los republicanos (en 2018 fue 235 demócratas frente a 200 republicanos, aunque la elección de un representante de estos últimos se anuló por fraude electoral). Esto deja a los demócratas con una mayoría muy reducida. El número mágico es ´218´.

Esto quiere decir que si algún representante demócrata deja el puesto (por ejemplo por enfermedad o nombramiento para otra posición) y hay una elección especial para cubrir la vacante, la mayoría puede quedar reducida a nada. Además, en la cámara, donde hay mucha menos disciplina de voto que en el Congreso de los Diputados en España, tener una mayoría de siete miembros le hará la vida muy difícil al líder demócrata (sea quién sea, no las tiene Nancy Pelosi todas consigo de seguir siendo la líder después de estos resultados). Más importante aún, los republicanos estarán en una situación excelente para recuperar el control de la cámara baja en las elecciones de mitad de mandato en 2022, en buena medida porque en las elecciones a las asambleas estatales (que determinan los distritos electorales) los demócratas han fracasado en sus objetivos de ganar terreno electoral. Finalmente, cabe resaltar que muchos de los candidatos demócratas que han perdido su puesto (o no ganado en sitios donde pensaban ganar) eran los que se colocaban más a la izquierda. Fuera de las grandes centros urbanos como Nueva York o Seattle, el ala más progresista del partido demócrata tuvo un martes de pesadilla.

Otra peculiaridad de Estados Unidos es que en las elecciones se vota de todo, desde el presidente al consejo escolar del instituto local. El caso más interesante es el de California, donde el martes celebraron la escalofriante cifra de doce referéndums simultáneos: uno necesita de una ´chuleta´ cuando va a votar para no perderse. Los resultados, que marcarán la vida política del estado más poblado de la Unión e indirectamente la del resto del país, son muy reveladores del clima electoral.

Los votantes han rechazado reintroducir la acción afirmativa (emplear preferencias raciales) en las decisiones del gobierno de California (como por ejemplo las admisiones a las universidades públicas del estado como Berkeley y UCLA), han permitido a los conductores de Uber seguir siendo autónomos (la asamblea de California había prohibido considerarlos como tales y obliga a Uber a ponerlos en plantilla como empleados) y han rechazo facilitar el control de alquileres por los ayuntamientos.

Estas medidas eran partes ´estrella´ del programa más progresista y contaban con un fortísimo apoyo financiero (en especial a favor de reintroducir la acción afirmativa). California ha demostrado que este programa más progresista tiene un apoyo electoral limitado. Finalmente, y para la sorpresa de muchos, los republicanos han tenido ganancias históricas en el voto negro e hispano, en especial en Texas y Florida.

Trump ha recibido, según las encuestas a pie de urna, el voto del 18% de los hombres negros y 36% de los hombres hispanos (entre las mujeres sus porcentajes han sido más bajos). Este resultado, sin embargo, sigue la tendencia de los últimos veinte años de lentas pero constantes ganancias electorales de los republicanos en estos dos grupos demográficos y, de mantenerse, marcarán el futuro de Estados Unidos de manera radical. ¿Cómo responderá el partido demócrata a esta agridulce noche para ellos? Una posibilidad es que Biden gobierne desde el centro que, por otra parte, es su preferencia personal y su experiencia en el pasado. A la vez, el ala izquierda del partido va a intentar jugar muy, muy fuerte para pasar medidas que apoyan, aunque sin el senado va a ser difícil hacer nada que no sea por orden ejecutiva presidencial (el equivalente, más o menos, a los reales decretos ley en España).

El resultado de esa lucha interna esta por ver. Una reflexión final es que el ´trumpismo´ está para quedarse. El partido republicano ha descubierto que el nacional-conservadurismo, basado en los votos de las clases trabajadoras y la clase media, es una fórmula electoral de éxito tremendo.

La idea es combinar una postura escéptica contra la inmigración, el comercio internacional y las elites urbanas ´cosmopolitas´ que enfatiza el patriotismo del votante medio (el aspecto ´nacional´) con una posición agresiva en temas sociales contra la izquierda intelectual en los medios de comunicación, la universidad y Hollywood (el aspecto ´conservador´). A la vez, el nacional-conservadurismo, aunque partidario del capitalismo, no es particularmente liberal en lo económico, posición que atribuye a esas elites ´cosmopolitas´ en Wall Street de las que desconfía. El sentimiento es mutuo: si uno se paseaba por los barrios donde viven los altos directivos del sector financiero o los abogados mercantilistas más reputados, el 90% de las casas tenían un cartelón ´vote a Biden´ (aquí la gente pone carteles en el jardín o su ventana para contarle al mundo a quién van a votar).

Un aspecto clave de nacional-conservadurismo es la renuncia a la posición de Estados Unidos como policía mundial. Aunque esto no se aprecia en España, Trump ha sido el primer presidente americano desde Hoover, allá por el principio de los años 30 del siglo pasado, que no ha metido a Estados Unidos en una guerra nueva. Trump prometió a sus votantes que lo que pasase en Siria, África o el sur de Asia le traía al fresco y que no iba a enviar tropas americanas a posibles conflictos y ha cumplido su promesa.

Las clases trabajadores, cuyos hijos son los que van a luchar a estas guerras que nunca han entendido, están muy agradecidas con Trump por ello. De esto ha tomado nota todo el mundo en Estados Unidos. Si el partido republicano es capaz de encontrar a un candidato nacional-conservador que movilice a sus votantes como Trump sin generar las mismas pasiones encontradas en el otro lado del espectro, en 2024 volverán a ganar. Hoy por hoy el partido de la clase trabajadora en Estados Unidos es el republicano y parte de la reacción ácida de mucha parte de la elite intelectual americana (y por extensión europea) a los votantes de Trump tiene un componente ´clasista´ indudable. Esta fórmula, por cierto, también empieza a triunfar en Europa.

El gran éxito de Boris Johnson en 2019 en el Reino Unido fue precisamente tener una plataforma nacional-conservadora sin las estridencias de Trump y sus resultados en las circunscripciones laboristas tradicionales fue histórico. No me sorprendería nada si en las elecciones en España en 2030 un partido nacional-conservador también fuera el que ganase una fracción más elevada del voto de las clases de ingresos bajos y medios-bajos, trasbocando todo el mapa electoral español. Como escribió Horacio: mutato nomine de te fabula narratur.