Cuántos buenos momentos has vivido en un bar? Si te haces esta pregunta seguro que vendrán decenas de recuerdos a tu memoria. Y es que siempre hemos sido de bares. Estos se asocian indisolublemente a muchas de nuestras mejores vivencias porque en los bares solemos celebrar o, por el contrario, tratar de olvidar. Todos tenemos bares míticos en nuestra historia. Aquellos en los que las horas parecían detenerse.

Los bares en los que besamos por primera vez, bebimos nuestra primera cerveza o ahogamos entre lágrimas y alcohol nuestro primer desamor. Están tan presentes en nuestro día a día que a veces olvidamos que están, normalizamos su existencia, hasta que ocurre algo que jamás podíamos imaginar: los bares, que son paisaje urbano y cultural de nuestras ciudades, dejan de estar. Los bares también han sido históricamente espacios para crear. Lugares frecuentados por las musas en los que se compone, se escribe... territorios proclives a la creación.

Desde el mítico Café Gijón de Madrid, famoso por sus tertulias entre los intelectuales del siglo XX, que frecuentaron desde Pérez Galdós o Valle-Inclán a Fernán Gómez o Umbral; pasando también por una selecta clientela internacional como Truman Capote, Ava Gardner y Orson Welles. A otros más universales como el neoyorkino Kettle of fish, lugar de esparcimiento del escritor ´beat´ Jack Kerouac y del mismísimo Bob Dylan.

Será por eso que no son pocas las canciones, películas u obras, por ejemplo, que se ambientan o dedican a un bar. Bien sabía esto Loquillo que cantaba, y canta, «siempre hay bellas donde van los poetas, músicos, pintores... en el Balmoral», legendaria coctelería madrileña que también congregó a un nutrido grupo de artistas más contemporáneos. A otro bar de la capital, germen de la Movida Madrileña, le dedicaban Nacha Pop su Chica de ayer: «Luego por la noche al Penta a escuchar canciones que consiguen que te pueda amar".

Sabina era otro al que también le daban "las diez y las once, las doce y la una, y las dos y las tres" en cualquier bar y no son pocas las canciones de su repertorio que hablan de alguno de ellos. Más melancólico se ponía Calamaro pidiendo al mozo "una copa rota" para empapar sus penas en alcohol. Y cuán acertados estaban Gabinete Caligari cuando decían aquello de «bares, qué lugares Tan gratos para conversar. No hay como el calor del amor en un bar». Por eso, citando a la gran Chavela, «tómate esta botella conmigo, y en el último trago nos vamos» esperando que esta situación pase pronto y así volver a brindar donde siempre hemos brindado. ¡A vuestra salud!