Si antes teníamos la mosca en la oreja, ahora sabemos que ha llegado la hora de la verdad. Ya no hay duda de que nadie sabe explicar, con certeza, a qué responde el virus, y podemos decir sin contemplaciones que las medidas que se toman son sin ton ni son. No por falta de voluntad de los responsables, que espero que sea verdad que hacen todo lo que saben, sino porque la sensación es que se dispara a todo lo que se mueve, a ver si suena la flauta. Pero el virus tiene personalidad propia, ya nadie sabe cómo pararlo, y todo eso lo estamos constatando ahora. Cuando me cabreo en mi casa, suelo soltar letanías que por lo visto siempre son las mismas, o eso dicen ellos. Una de ellas es «si no queréis ayudarme, no me ayudéis, pero no me deis más follón del que tengo».Pues es lo mismo que deben de pensar los hosteleros, ahora que se ha decretado el cierre de la hostelería. Y les doy la razón: si el virus solito ya ha causado estragos, esparcir, encima de eso, el virus de la incertidumbre económica y social, equivale a hacernos el hara-kiri, y clavarnos una espada en el corazón. Hay estudios psicológicos (muchos) que acreditan el valor que tiene, para nuestra estabilidad mental, un entorno social y afectivo positivo. De hecho, a los que están enfermos se les habla de la importancia del cariño en su entorno, del pensamiento positivo y de la confianza en la sanación. La amenaza actual no la representa sólo el covid. En algunos sectores se empieza a temer, con fundamento, que si no se mueren de covid, se morirán de hambre. Y aunque te parezca una frivolidad, ese pensamiento positivo que deben tener los enfermos de que van a recuperarse, es también extrapolable a la situación económica. Es más fácil pensar que todo pasará si lo comentamos comiéndonos un pepito en el Hispano, quedando para cenar en el Estudio de Ana, por cierto al aire libre donde hay menos peligro de contagio, o ante un pastel de carne y coca cola en la pastelería de Luis Miguel. Porque lo que nos faltaba, con la que está cayendo, es intuir un tsunami económico. El dinero es muy miedoso y huele el peligro. Espantarlo es lo más imprudente que se puede hacer en este momento. Por otro lado, me hace gracia que el sector de la hostelería haya sido el "agraciado" con el cierre. Me parece desproporcionado e injusto. Hasta ahora se han adaptado a todo: han restringido mesas, han habilitado espacios limpios y se han retirado todo tipo de utensilios susceptibles de contagio, incluyendo la carta, que ahora se mira con un código QR. Encima la ratio de contagio en los bares y restaurantes, no siendo de las más altas, no se debe al sector. Se debe a comportamientos singulares de personas, que hacen lo mismo en los bares y en sus casas. El resto de la gente se comporta ejemplarmente. Imagínate que se prohibiera la circulación de vehículos cada vez que alguien diera positivo en alcoholemia. Si éste es el premio para el que cumple con todo lo que le dicen, ¿qué premio debe haber para el que no hace caso? tendrá que recibir un castigo ejemplar, ¿no? Porque a este sector lo han machacado, y no hay estudios que acrediten lo de los contagios en la hostelería. Es muy moderno hacer como en Francia o Alemania. Lo bueno sería que se hubiera copiado el invento entero. Si se traen solo medio invento, y decretan el cierre, pero sin apoyar económicamente el sector, ¿qué creen que va a pasar? Sólo en mercancía que hay que destruir, las pérdidas serán cuantiosísimas ¿eso quién lo paga?