El Tribunal Supremo ha cerrado definitivamente la lucha por la Marina de Cope dando la razón a todos aquellos/as que, durante décadas, se han dejado algo más que la piel para preservar un territorio «de gran singularidad ambiental y paisajística en el contexto regional y europeo», frente a las pretensiones, tanto de Hidroeléctrica Española (hoy Iberdrola) de instalar en los años finales del franquismo una central nuclear, como de los Gobiernos regionales del PP que persiguieron, por todos los medios, impulsar la construcción del mayor complejo turístico de la región en los terrenos de esta empresa, desprotegiendo la mitad del territorio del Parque Regional de Calnegre y Cabo Cope, del que forman parte.

Esta sentencia del TS es una impugnación en toda regla de dichas políticas favorecedoras de la especulación urbanística del PP en torno a las cuales se fraguó un modelo de desarrollo que se ha mostrado fracasado e incompatible con la preservación del medio natural; además de un serio correctivo a la pasividad intencionada que los sucesivos gobiernos regionales, desde Valcárcel a López Miras, han practicado con el fin de no aprobar el correspondiente Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN), documento que haría efectiva la declaración de Parque Regional (hoy meramente nominal), al ordenar las actividades que pueden realizarse en su interior adaptándolas a los objetivos de preservación de los valores naturales, paisajísticos y ecológicos del parque.

La duda está en qué hará el Gobierno regional a partir de ahora: ¿seguirá dejando que la situación del Parque continúe su deterioro por la vía de los hechos consumados e irreversibles, o cumplirá con el mandato legal que desde hace veintisiete años le exige la Ley de Ordenación y Protección del Territorio de 1992?

Permítasenos mientras tanto, aunque sea brevemente, un ligero regocijo de satisfacción por la victoria de la sociedad organizada frente al capitalismo depredador. Y, aunque al final la batalla se haya decidido en el ámbito judicial, no hay que olvidar que la larga y sostenida movilización social, así como las batallas libradas por concejales/as que se oponían a estos descabellados proyectos con pies de barro (muchas veces en solitario ante la incomprensión general), también han jugado un papel fundamental.

A todos ellos mi gratitud como murciano y en especial a mi compañero José Antonio Pujante que tanto luchó contra esta locura y que habría disfrutado con esta victoria.