La civilización del automóvil y los combustibles fósiles han sido el rasgo más característico y determinante de nuestro mundo. Su final estrepitoso en medio de una postguerra nuclear, que deriva en ruina energética y medioambiental, es el punto de partida de la saga Mad Max.

Mientras el policía Max Rockatansky completa la historia de su venganza privada en una región desértica, abandonada por las autoridades, suponemos que se va consumando también la muerte del mundo. El cadáver de la civilización, fenecida por la guerra atómica y la agonía de la naturaleza es de muy lenta putrefacción. Queda solo la técnica más elemental, reducida a la emergencia, a la mecánica de la reparación, visible en automóviles y camiones permanentemente rehechos de pedazos más antiguos, y que forman inverosímiles modelos como escapados de una pesadilla.

En el lapso ideal de tiempo que va desde el primer Mad Max, todavía asentado, aproximadamente, en la realidad familiar del último cuarto del siglo XX, hasta El guerrero de la carretera, Más allá de la Cúpula del Trueno y Furia en la carretera la depredación ha logrado sustituir a la civilización. El propio Max Rockatansky sobrevive penosamente siendo un vagabundo de los caminos, uno de tantos gusanos que se alimentan del viejo mundo. Solo excepcionalmente y casi contra su voluntad, al entrar en contacto con personas más débiles, adquiere un aspecto menos miserable; algo de alguna manera cercano a los descreídos héroes amorales y solitarios del Western tardío.

El antaño patrullero se adentra en el mundo renaciente de la memoria oral. Le recuerdan las epopeyas de los niños del País de Mañana-Mañana que fundan su reino sobre los escombros fantasmagóricos de Sídney; su recuerdo es evocado por el anciano rey de la tribu de Los Hombres del Norte, que rememora los días en que, siendo niño, conoció al legendario Guerrero de la Carretera, luchando en torno a los restos de una refinería contra las huestes de Lord Humungus. Aquí la brutalidad se encarna en personalidades malvadas y despóticas. Entre ellas sobresale la carismática señora de Negociudad, Tía Ama. Sobrecogedor y demoníaco es Inmortan Joe, el malvado villano de Furia en la carretera,, que ha levantado un reino de terror gracias al despótico control sobre el agua potable. Su sombra funesta se extiende sobre el gineceo de favoritas, creado para engendrar con ellas a leales hijos y guerreros.

Los recuerdos del viejo mundo extinguido no juegan ningún papel ni tienen importancia alguna. Tía Ama 'no era nadie' cuando el mundo que conocía colapsó. La catástrofe la ha llevado a levantar un bastión que controla la producción de metano. Los recuerdos del pasado solo se encuentran en las pesadillas del hombre que antaño fue Rockatansky o en los anhelos mesiánicos de la tribu de niños perdidos que añoran a un heroico y divinizado Capitán Walker, su protector, que un día marchó prometiendo que regresaría para llevarles a todos a un nuevo hogar. Esta fantasía de la tierra prometida se muestra dolorosamente falsa y es, pese a su inverosimilitud, harto frecuente en el universo de Mad Max. El anhelo de un mundo a salvo también hace que Imperator Furiosa, la extraordinaria heroína de un solo brazo, libere el gineceo de Inmortan Joe, para lanzarse a una fuga propia del Éxodo bíblico, buscando un último trozo de tierra verde que finalmente no existe.

La saga de Mad Max se mueve entre dos polos imposibles. Un mundo de origen, que ha dejado de existir, destruido por guerras y catástrofes, al que ya no se puede regresar, y un mundo anhelado que es mítico y paradisíaco, igualmente inalcanzable. Entre ambos extremos queda en vasto espacio para el aquí y ahora, consistente en bastante menos de medio planeta habitable y pequeños asentamientos dominados por déspotas locales, pero que todavía podría albergar en paz a un grupo relativamente numeroso si sonara la hora de la liberación.

La desgracia de Rockatansky es que no pertenece a ninguno de los tres ámbitos. Su hogar es el desierto, lejos de todos. La verdadera historia de Mad Max es la de su desaparición, como los héroes antiguos, justo después de poner en marcha la lucha por la redención del último, pequeño e insignificante resto de la humanidad.