Igualico

En Alemania, esta semana, Angela Merkel reunió a los gobernantes de los Landers, es decir, más o menos, de las Comunidades Autónomas de aquel país, que, como ustedes saben, es un estado federal. El encuentro duró algo menos de tres horas y sirvió para que todos se pusieran de acuerdo sobre lo que hay que hacer: confinamientos, cierres de la hostelería, etc., sin más problemas. En la calle, han tenido algunas manifestaciones de ultras pidiendo 'libertad', pero nadie les ha hecho caso, y, si ha hecho falta, los antidisturbios les han dado algún sopapo. Como han podido ustedes ver, en España esta semana ha ocurrido casi lo mismo. Solo nos ha faltado 'el casi'.

Mal dispuesta al sacrificio

Una mujer a otras dos, en la calle: «Si me encierran otra vez, me voy a morir, pero de asco».

Tiene razón

Dos hombres charlan en una terraza, tomando un café, se acerca un mendigo y le pide una limosna. Uno de ellos le da unas monedas, y mirando la mascarilla que lleva el que pide, comenta con su amigo: «Dios sabe cuántos días, semanas o meses llevará ya el pobre con esa mascarilla. A la gente necesitada se les debería dar las mascarillas gratis. Se evitarían muchos contagios».

Influyente

Hay que ver la capacidad de convocatoria de Pedro J. Ramírez, incluso ahora que ya no dirige un gran periódico en papel, sino una edición digital que no creo yo que tenga muchos lectores. Pero ahí estaba el hombre (siempre que lo veo en la tele me acuerdo de aquel vídeo suyo, no lo puedo remediar), acompañado por la creme de la creme de la política nacional que había acudido a rendirle pleitesía. Luego estos prohombres y estas promujeres han pedido excusas o han admitido que se equivocaron, pero cuesta entender que el tal Pedro J. influya tanto todavía. Porque, por lo que lo quieren, no fueron.

Es difícil

Una persona del mundo de la política, y sin embargo amiga, me dice: « Enrique, escribe tus apuntes con cosas divertidas, que se agradece mucho reírse un poco los domingos». «Vale, pero a ver de dónde saco el material divertido yo, cuando está todo el mundo de una mala uva de tres pares», le respondo.

Le falta

En una tienda antigua, una señora está comprando café en grano. El hombre que la atiende se lo pone en una bolsa y lo pesa en un aparato que debe tener decenas y decenas de años, de esos en los que una aguja ancha va marcando el peso, sobre una superficie casi triangular, a la vista del comprador, y, con una especie de pala, quita o pone más café para ajustar el cuarto de kilo que ella le ha pedido. La mujer, pendiente del peso, le dice: «Échale unos granos más que le falta una rayica».

De mal humor

«A ver si ahora que se ha ido Bartomeu, Messi se queda en el Barsa», dice el camarero de un bar sonriendo con cara de buena persona. Un cliente, un amigo, seguro, le espeta: «¿Y a ti qué pijo te importa si se queda o se va Messi? ¡Anda y que le den a Messi, a su padre y a la madre que los parió a todos, que están forraos, y nosotros aquí jodíos' por todos lados»!

Otra oportunidad

Me dice una amiga que le está gustando ‘Alguien tiene que morir’, que yo la había abandonado, y vuelvo a ver si entro en esta serie que dirige el mismo que hizo La Casa de las Flores, que yo encontré muy divertida. Efectivamente, la serie está bien hecha y el trabajo de Carmen Maura es espectacular (por fin sale de mala malísima en una película), pero es que el tema es un poco desagradable, ambientada en el franquismo de los años cincuenta, está llena de fascistas que hacen cosas terribles. No comprendo por qué este director -Caro me parece que se llama- en México hace la muy divertida Casa de las Flores y viene a España y rueda una de fachas más malos que la quina.