En estos tiempos de pesimismo, no hay como contemplar las actividades favoritas de la clase política que padecemos para caer en el desánimo más inhabilitante. Estos padres de nuestra patria, en lugar de preocuparse y ocuparse en buscar soluciones para lo importante y urgente, que por una vez coinciden, parecen haber hallado en el covid una oportunidad mezquina para socavar al otro y asediarle hasta tocarle y hundirle.

Incapaces se muestran de hablar siquiera sobre lo que es necesario, por ejemplo, armar un equipo técnico de verdaderos científicos y unificar criterios no solo médicos sino sociales para combatir juntos el virus e, igual de importante, reforzar la atención primaria de modo que deje de atenderse a los enfermos por teléfono hasta que no haya más remedio que ingresarlos ya con neumonía bilateral.

Después, aunque no precisamente por ese orden, construir un entramado realista de protección social para aquellos a los que se les ha obligado sin escucharles a cerrar sus negocios y coordinar eficazmente el trabajo de los funcionarios públicos en lugar de permitir la impresión de dejadez y despreocupación hacia el contribuyente que la cita previa generalizada genera en el sufrido ciudadano.

Sus prioridades son otras. Y no coinciden con las de lo que tanto les gusta llamar gente. No es hora de cuestionarse el modelo de estado por muy legítimo que sea el debate. Menos legítimo es acometer a toda prisa una reforma de la educación sin consenso y sin contar con la comunidad educativa. Mucho menos el de solapadamente apuñalar a Montesquieu o resucitar odios pasados y superados, imponer criterios en lo que debe ser la memoria histórica y malgastar tiempo, esfuerzo y dinero en quitar nombres de calles en virtud de la revancha y ni siquiera de la justicia.

Por supuesto, tampoco es el momento de acercar asesinos nada arrepentidos, ni de cambiar indultos por presupuestos. Por último, considero que es el peor momento para mociones de censura inviables que solo contribuyen a convertir una vez más el Congreso en la nave de los locos.