No sé a ustedes, pero a mí este 2020 se me está haciendo bola. Los datos de la pandemia son muy descorazonadores, no sé por qué ola vamos, si se nos ha juntado la segunda con la tercera y se confirma, no hemos aprendido nada de los días grises y silenciosos de marzo y abril. Lejos de mejorar no paramos de empeorar, las cifras de contagios no dejan de aumentar, y el vocabulario pandémico que tan poco me gusta sigue creciendo: toques de queda, vuelta al estados de alarma, ruina, crisis, ni nueva normalidad ni leches, no veo luz al final del túnel, no sé si será por culpa del terrible dolor de muelas de esta semana, pero me cuesta ver el lado positivo de las cosas. Nada como las drogas, o mejor llamados antibióticos, para matar el dolor, que por desgracia no me han hecho ver elefantes rosas por el techo de casa, pero han hecho mi semana algo más llevadera. Esto y la moción de hartura política de los pasados miércoles y jueves.

Reconozco mi frikismo político, reconozco que prefiero tener de fondo Canal Parlamento mientras trabajo, cocino o descanso, reconozco que soy masoca: hola, me llamo Belén y soy adicta a los debates en el Congreso, de las drogas para las muelas se sale pero de lo mío con los debates... Si conocen algún especialista, por favor, cuéntenle mi caso.

Pero volviendo a la moción de hartura política, antes de celebrarse la patochada como dijo brillantemente Aitor Esteban, ya sabíamos que era una pérdida de tiempo, me parecía un insulto que con la que está cayendo, sus señorías perdieran una semana entera en una moción de censura fallida, pero una vez más (y las que quedan ) 2020 volvía a pegar un giro de guion, y lo sucedido me hizo pensar en la antigua Roma, y les explico porqué:

Cuenta la leyenda que Marte, el dios de la guerra (qué poético para lo que les he venido a contar ) engendró en Rea Silvia a los mellizos Rómulo, que en mi cabeza se llama Pablo Casado, y Remo, Santiago Abascal. Fueron arrojados al Tíber, digamos que en términos políticos al Congreso de los Diputados, dentro de una canasta que encalló en la zona de las siete colinas situada cerca de la desembocadura del Tíber, en el mar. Una loba (en mi cabeza una gaviota, símbolo del Partido Popular, por si no lo habían pillado aún), llamada Luperca, se acercó a beber y les recogió y amamantó en su guarida del Monte Palatino (o en la calle Génova). Qué les parece, los cachorros del PP, 'amamantados' por la gaviota toda su vida, se enfrentaban en un debate en el que, como en la película Los Inmortales, solo podía quedar uno. Lo de que Rómulo mató a Remo lo hablamos en otro momento, porque en mi historia Rómulo ha puesto en su sitio a Remo, que ya es?

Ay, Pablo Casado, qué alegría me has dado, no daba un duro por ti desde hace tiempo, y tras una serie de catastróficas desdichas, por fin un discurso coherente, brillante, inteligente, centrado y esperanzador para la derecha de este país. Te ha costado dos años llegar hasta aquí, solo espero que no sea tarde y que no quede en papel mojado.

Ya lo decía la prensa durante la semana: no era una moción de censura a Sánchez, era una moción de censura a la derecha, eran Casado y Abascal en un duelo por el liderazgo de la oposición, por ver quién es el líder de la derecha de este país, y menos mal que fue Pablo el ganador. No hay nada como conocer bien a tu adversario político, y créanme que Pablo y Santiago se conocen desde que echaron los dientes. Era fácil desmontar los dos años de insultos gratuitos y el populismo de todo a cien bizarro y vacío de Abascal, tras quince años chupando de la teta de la gaviota. No sé si llega tarde este discurso valiente y centrado del Partido Popular, pero sin duda ha sido un órdago a la grande, con 'solomillo de mano' (tres reyes y un as) jugada ganadora de mus y está claro que en la Carrera de San Jerónimo este pasado jueves.

Este país necesita una derecha moderada, no una derecha extremista y radical, que divide, que rechaza al diferente, que es pura propaganda vacía, sin proyecto detrás. Sin duda el PP y su profunda crisis interna, los casos de corrupción y la falta de liderazgo hizo que los señores de verde tramaran la reconquista, cabalgando junto a un ejército de trolls, captando votantes a cascoporro desencantados con los de Rajoy y la Gürtel. Desde entonces Abascal se ha ido creyendo su propio personaje, alimentándose de odio, insultos, discursos antieuropeos, guerracivilistas, con la única idea, como decía Casado en su discurso, de arrastrar a los españoles a una batalla. Pura demagogia, naftalina y olor a cerrao, arengando a los tercios de Flandes y debatiendo temas tan importantes para los ciudadanos como el día de la toma de Granada.

La moción de censura contra Sánchez acabó siendo contra Abascal y su partido, dejándolo solo en un Congreso de los Diputados, que por fin se unía contra la ultraderecha. Por fin. Y no, por votar lo mismo que BIldu o ERC no se comparten ideas, no se es filoterrorista o narcocomunista. El Partido Popular por fin se ha colocado donde tiene que estar, liderando una oposición de centroderecha, que apuesta por Europa, las autonomías, el municipalismo y la libertad. Que apuesta por un país sin fracturas, una sociedad abierta donde crear vínculos que no nos separen, que apueste por la tolerancia, sin furia ni ruido.

Eso sí, querido Pablo Casado, todo esto no puede quedar en papel mojado, tu discurso tiene que ir acompañado de coherencia y no tiene mucho sentido que repartas collejas a lo Amparo Baró en la serie Siete Vidas a la ultraderecha y luego gobiernes en Andalucía, la Región de Murcia y la Comunidad de Madrid gracias a ellos. Basta de agachar la cabeza y permitir el pin parental, basta de hacer concesiones a los señoros de verde y llamar violencia intrafamiliar a la violencia machista. No tengas miedo a defender los derechos y libertades de nuestra sociedad del siglo XXI. No agaches más la cabeza ni creas que Abascal y los suyos son los únicos valientes y el PP es la derechita cobarde. Es el momento de liderar la derecha y con el discurso del otro día no puedes dar ni un paso atrás. Es el momento de trabajar, queda mucho para las próximas elecciones y este país está sufriendo y por desgracia más que va a sufrir, necesitamos que tras lo sucedido el jueves pasado en la votación de la moción, todos los partidos, Gobierno y oposición nos déis un poco de esperanza y os déis una tregua ante toda esta pesadilla.

Y me van a permitir que les pida a todos los partidos políticos algo importante: dejen en paz a las víctimas del terrorismo, por favor. Basta de utilizar el sufrimiento, me parece indigno, no deben ser una arma política, apuesten por la paz y la convivencia. Lo que hizo Abascal el otro día en la tribuna, leyendo los nombres de los asesinados por la banda terrorista como respuesta a la intervención de Bildu, me pareció repugnante. Fue una víctima de ETA junto a su padre, nadie lo discute, pero me uno a María Jauregui y a muchas otras víctimas como Gorka Landaburu, periodista vasco amenazado que el otro día hacía una reflexión a la que me uno: «¿Qué dirían López de la Calle o Fernando Buesa al ver cómo se utiliza el dolor?».

Ojalá acabe el ruido, y permítanme la ironía, ahora que la pandemia nos da una segunda oportunidad, podemos morir todos o dejar de tirarnos las banderas a la cabeza y trabajar para salvar vidas en esta crisis sanitaria. De la economía y la desaparición de ciudadanos mejor lo hablamos otro día.