Hay que reconocer que, finalmente, la moción de censura puramente mediática y de cara a la galería que se ha debatido en el Congreso sí ha servido para algo, aunque no precisamente para lo que pretendían sus promotores. En concreto, para demostrar que, frente al Gobierno del caos de Sánchez e Iglesias, el PP es la única y verdadera alternativa para dar soluciones a los problemas de los ciudadanos. Y que, además, Pablo Casado, el líder al que se quería arrinconar desde ambos extremos de la Cámara pero que, con un discurso brillante, ha terminado erigiéndose como el indiscutible ganador de la moción, es el único que responde a lo que demanda la sociedad ante la situación tan difícil que atraviesa el país.

Como ha vuelto a quedar patente, las mociones de censura, que en nuestra Constitución tienen naturaleza constructiva, no son para desaprobar a un Gobierno, sino para sustituirlo por uno nuevo. En ese mismo sentido, por tanto, ha supuesto una lamentable pérdida de tiempo que ha venido a fortalecer al bloque de la investidura de Sánchez, y justo cuando está más acorralado por su desastrosa gestión de la crisis sanitaria, económica, social e institucional. Los españoles, a los que se ha querido engañar jugando con sus esperanzas e ilusiones, tienen que saber que los números no daban para expulsar del poder a Sánchez, no había posibilidad alguna de ganarla. Por todo lo cual, en este caso, decir no era decir no a Sánchez e Iglesias.

Frente a fuegos de artificio que a nada conducen, en el Partido Popular estamos centrados en los ciudadanos y en sus problemas. Una actitud propositiva que conjugamos con una crítica seria, racional y sólida a un Gobierno que ha situado a España en los peores índices sanitarios, económicos y sociales. Las autonomías gobernadas por el PP, ejemplos de gestión y buen hacer, están trabajando de manera constructiva y colaborativa, centrándose en afrontar las verdaderas preocupaciones de los ciudadanos, como lo está demostrando en la Región de Murcia Fernando López Miras.

España necesita un liderazgo basado en un proyecto que plantee soluciones a los problemas reales de los españoles, como el que encabeza Pablo Casado: con un plan sanitario, jurídico y económico como el que le llevamos ofreciendo a Sánchez desde hace seis meses.

La oposición se debe liderar ofreciendo la alternativa creíble que encarnan el Partido Popular y Pablo Casado, y no habría de ser liderada desde la ruptura, el populismo o la demagogia. El PP no quiere ser otro partido del miedo, de la ira, la bronca o la manipulación, sino que lo que siempre ha sido: el partido de la libertad, de las leyes, de la convivencia, del progreso, que defiende Europa, de las autonomías y el municipalismo.

Pablo Casado marca el camino de cómo se debe ejercer la oposición, serena pero firme. Por ejemplo, liderando la rebelión de los alcaldes, derrotando al Gobierno en los tribunales por su indolencia en la pandemia, o doblando el pulso a Sánchez en Europa en su pretensión de dar un golpe institucional a la Justicia.

Ha quedado meridianamente claro que el PP no va a poner los coros ni la segunda voz al proyecto de ruptura de España, ni por la izquierda ni por la derecha.

Hemos demostrado en sobradas ocasiones que somos capaces de sumar y unir, y bajo esa premisa haremos todo lo posible para que la sensatez y la solvencia se abran paso entre los dos extremos y España recupere la libertad y prosperidad que el Gobierno de Sánchez ha deteriorado.