Hace unos días hemos celebrado el Día de la Fiesta Nacional, conjuntamente con el Día de las Fuerzas Armadas. Ese día que antes parecía que estaba huérfano, que se iba colocando en el calendario como la patata caliente, y cada año tocaba el desfile un día distinto.

A alguno le sorprenderá que fueran los socialistas quienes tuvieran la idea, allá por 1987, de buscar una fecha para ensalzar el honor patrio y celebrar un día de la fiesta nacional, con parada militar incluida. Una fecha que sirviera para recordar quiénes somos como nación, cuáles son nuestros valores supremos, nuestros orígenes comunes. Y todo lo que nos une como compatriotas, por encima de clases económicas o de opiniones políticas.

Digo que a alguno le sorprenderá, porque ahora, de ese discurso se ha apropiado Vox, casi en exclusiva. El resto, cada uno por sus motivos, se pone de perfil cuando se oye hablar de España, del Ejército o del Rey. Unos callan, por conveniencia política, y otros hablan bien, pero bajito y mirando abajo, por si huele a facha.

Gracias a Dios, es un hecho constatable que fue el Gobierno de Felipe González el que reinstauró lo del Día Nacional. Imagínate que hubiera sido cualquier Gobierno de derechas. Madre mía la que caería cada vez que se celebrase el día.

El hecho es que quien entonces era portavoz socialista, Eduardo Martín Toval, llamó a su homólogo popular, el murciano Juan Ramón Calero (que fue nada menos que siete años portavoz en el Congreso), para abordar el asunto. Tengo que decirte que cuando el propio aludido me contó que mantuvieron un encuentro cordial me llevé la mano a mi boca abierta: dos adversarios políticos hablando cordialmente. Quién pillara eso ahora.

Si aún no has salido de tu asombro, te diré que la propuesta que Martín Toval trasladó a Calero era la de hacer como los Estados Unidos, que celebran el 4 de julio el día de su independencia de los ingleses. O como hace Francia, que celebra su día nacional el día del asalto a la Bastilla, cuando la multitud encolerizada derribó la fortaleza, liberando a los cuatro pobres que había allí encerrados, y con ello el Antiguo Régimen, sus privilegios y sus clases.

Las fechas que proponían los socialistas eran varias. Por ejemplo, el 2 de Mayo, el día que echamos a los franceses a patadas. O el 6 de Diciembre, cuando se aprobó la Constitución. No es por nada, pero con las payasadas que tenemos a diario, si ese debate hubiera tenido lugar hoy, no te extrañe que se propusiera el día del orgullo gay, o el día de la mujer.

En aquellos tiempos, que ojalá vuelvan, quienes estaban en política eran personas formadas y formales. Sin ir más lejos, los protagonistas de esta anécdota eran, el uno inspector de trabajo, y el otro abogado del Estado. Y la fecha que acordaron estaba a la altura de su propósito: algo único y nuestro sin discusión. Un logro que, por suerte o por audacia, sólo hubiera sido alcanzado por españoles, y que fuese incontestablemente célebre. La fecha no podía ser otra que la del Descubrimiento de América. El 12 de Octubre, por ser el hito histórico más importante, no sólo para los españoles, of course, sino para la humanidad. El antes y el después en el mundo occidental, marcado por una historia heroica inigualable. Por cierto, con orgullo de murciana, te diré que quien propuso esa fecha fue Juan Ramón Calero, el de Murcia.

Y si esto te parece poca muestra de cordialidad política, debes saber que si hace un año no salimos flotando en la ciudad de Murcia, fue porque en aquella misma época se aprobaron las obras del Plan de Defensa contra Avenidas. Y eso que entonces sonaban a pantano franquista, y lo que se quería eran autovías, que parecían más modernas. Pero otra vez el mismo Calero de antes defendió su necesidad en una interpelación en el Congreso, y Felipe González dio la orden sin más. Nada de ideologías ni de paparruchadas. De haberse debatido ahora, Murcia entera estaría inundada.