En uno de los primeros paseos reivindicativos por la playa de Los Alcázares escuché cierto comentario acerca de los jóvenes veraneantes que estaban jugando al voleibol mientras nos manifestábamos: «Deberían estar aquí con nosotros, pues estamos luchando porque hereden un Mar Menor vivo».

En ese momento no supe qué responder. Nunca he sido de 'no nos mires, únete', que cada uno haga lo que quiera, echar en cara algo no me parece la mejor manera de despertar simpatía? Pero no era eso.

Quizás si hubiera caído en la cuenta de la edad media del grupo que íbamos paseando, unos 50 años, hubiera descubierto qué decirle, pero la inspiración tiene eso, sale cuando quiere. Y no, tampoco era envidia por esos cuerpos jóvenes y sanos frente a los nuestros un poco menos jóvenes y sanos, era otra cosa?

Días después, buceando con mi hijo en Cabo de Palos, le comenté lo hermoso que eran los fondos marinos y que yo recordaba fondos así en el Mar Menor cuando tenía su edad. Él me respondió con algo de ironía que dejara de contarle batallitas, que el Mar Menor nunca había estado así. Fue entonces cuando las conexiones encajaron.

Esos jóvenes deportistas no estaban defendiendo nada porque para ellos no había nada que defender. Aquello siempre había sido como era ahora, un lugar inhóspito para el baño, sucio, sin peces, sin buceo, sin algas. Ellos no habían vivido hace más de treinta años, no habían vivido otro mar. ¿Cómo pedirles que lucharan por lo que para ellos era una fantasía?

Además viven en una región donde las autoridades les aseguran que el Mar Menor está mejorando, siempre mejorando. ¿Cómo saben ellos distinguir esa mentira si no tienen referencias? Se lo creen y punto. En las últimas prospecciones de la Asociación Hippocampus encontraron un caballito de mar. Sólo uno. Uno. Lo repito. Uno en todo el Mar Menor.

Alguien miente, o mienten quienes nos gobiernan o mienten los caballitos. No puede estar mejorando un mar que cada vez tiene menos fauna. Los que hemos nadado entre caballitos podemos descubrir ese tipo de mentiras con mucha más facilidad que quienes sólo han visto a los caballitos en fotos y videos, casi los consideran animales mitológicos. El Gobierno regional podría argumentar que los que nos mienten son los ecologistas y dicha asociación. Y aquí tenemos que volver a recordar, los que podemos hacerlo porque lo hemos vivido, los jóvenes no pueden...

¿Qué colectivos llevan décadas anunciando que iba a pasar esto que ahora vemos con nuestros propios ojos y sentimos en nuestra propia piel? Los ecologistas. ¿Quién lleva décadas diciéndonos que todo va bien y que el año que viene incluso será mejor? El Gobierno regional. ¿De quién nos podemos fiar entonces? ¿Quién ha demostrado con hechos, no con gabinetes de prensa, hechos, que tenía razón?

La llegada de medusas, la turbiedad, la sopa verde, la pérdida de las banderas azules (sí, esa que nos aseguraron que volverían al año siguiente y de eso hace ya tantos años) fueron grandes avisos? La matanza de toneladas de peces del año pasado, para algunos ha sido nuestro punto y aparte: hay que hacer algo.

Pero nosotros hemos estado recibiendo gotas de agua durante décadas hasta que se ha roto la roca, para muchos de los jóvenes, la matanza de peces ha sido su primer aviso de que algo no va bien en un mar que de siempre han visto como un montón de? muerte.

Por eso deberíamos tener más humildad todos los que hemos vivido un Mar Menor antes transparente, con caballitos, zorros, cangrejos, anguilas, plantas variadas? un mar vivo que nos hemos dejado quitar. A los jóvenes, ¿qué pedirles sino perdón por nuestra irresponsabilidad colectiva como adultos?

Si quieren moverse para intentar entre todos mejorar lo que hay, no sólo bienvenidos sino agradecerles, porque van a ayudarnos a hacer lo que nosotros deberíamos haber empezado a hacer mucho tiempo antes y con más energía. Despertar la simpatía por la causa del Mar Menor debería ser nuestro primer objetivo, pero principalmente despertarla en quien ha vivido ese otro mar y no se atreve a luchar por recuperarlo.

Espero que este texto nos ayude a recordar lo que tuvimos y que debemos recuperar, porque nos lo entregaron vivo nuestros padres y abuelos y así deberíamos dejarlo a nuestros herederos. ¿Qué mejor herencia? Nos avisaron quienes sabían de qué hablaban, los hechos nos han demostrado que sabían de qué hablaban. Nos avisaron y no escuchamos. Y siguen avisando, porque todavía puede ir a peor. Quienes hemos vivido muchas décadas lo sabemos, siempre se puede ir a peor. Por ejemplo, la anoxia puede generalizarse y con ello la peste y el fango constante, las bacterias anaeróbicas y todas las enfermedades asociadas a la descomposición de las aguas hasta hacer la ribera insalubre. No sólo el mar, toda la ribera.

Pero también puede ir a mejor, esos mismos expertos ecologistas que nos avisaron, nos dicen cómo. ¿Les vamos a hacer caso a ellos o a los que llevan décadas mintiéndonos?

Nuestro Mar Menor nos necesita.

Nuestro planeta nos necesita.