Ya se ve la luz al final del túnel en la zona sur de la ciudad de Murcia, un espacio herido por las vías del tren que comienza una nueva primavera con el ansiado soterramiento y con la puesta en marcha de la elaboración del Plan Especial del Carmen, que está llamado a ser el proyecto más importante que acometa la capital de la Región en su historia más reciente. Sin embargo, no es por amargarle la fiesta a nadie, hay ciertos nubarrones que pueden empañar ese buen tiempo y derivar en una astemia primaveral.

El más importante, como en casi todo, hace referencia a la parte económica. Las obras de la desaparición de las vías del ferrocarril en superficie deben ser sufragadas por el Estado, la Comunidad Autónoma y el Ayuntamiento de Murcia en distintos porcentajes. Las arcas municipales han pagado religiosamente los ocho millones de euros de la anualidad correspondiente, una carga para la hacienda local que se hará más pesada, ya que en el ejercicio próximo debe afrontar casi el doble de esta cantidad.

No está el horno para bollos en los presupuestos municipales, que el Gobierno local está tratando de cuadrar a martillazos por el desplome de los ingresos debido al coronavirus. A las juntas vecinales ya les ha recortado el 32% de sus cuentas y estas no tienen ni para pipas con el consiguiente cabreo, justificado, de los alcaldes pedáneos, sobre todo los socialistas, que piensan que con esta situación también hará política el PP repartiendo lo poco que haya entre las pedanías que son de su signo.

La hucha de la Comunidad está aún peor con un déficit galopante y con advertencias continuas de que debe articular medidas para contener el gasto y generar más ingresos. Lejos de hacer caso a estos requerimientos, el Ejecutivo regional ha aumentado el gasto improductivo y se ha embarcado en reducciones de impuestos, o en anuncios sobre bajada de tributos, cada vez que los mandatarios populares se han subido a un escenario en campaña electoral, o después en el púlpito de la Asamblea Regional.

Hasta la CROEM ha puesto el grito en el cielo sobre la situación en que se encuentran las finanzas comunitarias que, según la patronal, cabalgan hacia el precipicio sin que nadie pueda enderezarlas arrastrando a los proveedores a número rojos ante la incapacidad de las arcas de la CARM de pagar en tiempo y forma.

Ante este panorama, los casi treinta millones de euros de su parte del soterramiento correspondientes a la anualidad que se les ha demandado ha sido una meta muy difícil de alcanzar y más teniendo en cuenta que la Comunidad, que considera el soterramiento y la revitalización de la zona sur de la capital un proyecto estratégico de Región, debe sufragar el 26% de los trabajos que se realicen en esta iniciativa. En total, deberá desembolsar cerca de 150 millones, una cantidad cercana a lo que costó el aeropuerto regional que supuso una inversión de 200 millones.

No parece que el músculo de la Comunidad, a priori, pueda soportar tan pesada carga a tenor de cómo se ha ido comportando en éste y en otros proyectos vitales para la Región como la financiación de la parte que le corresponde del Vertido Cero, las ayudas para los damnificados de la DANA o para la conciliación. Siempre puede jugar a la Lotería Primitiva o a la Bono Loto. Por nadie pase.

Ayudas de emergencia social aún sin pagar desde mayo

Lo del Ayuntamiento de Murcia con las ayudas sociales es de escándalo. No solo tiene a un montón de familias pendientes de las becas de comedor correspondientes al verano sino que tampoco llevan al día las ayudas municipales de emergencia social convocadas antes de la época estival tramitadas por el procedimiento de urgencia. No parece que los responsables políticos del Gobierno local hayan entendido lo que significa la palabra urgencia. El personal de los Servicios Sociales ya no sabe qué decirles a las personas más vulnerables que tienen concedidas esas ayudas o que están esperando las becas de comedor para llenar la despensa. Tendrá que asumir que la Administración local es incompetente para ciertos asuntos y muy viva para los que son de su interés.