Una tiene el modesto convencimiento de que el sueño más inconfesable de Iglesias, después de azotar hasta que sangrara a Mariló Montero, inconfeso pero público, es el de ser Rey de España. Como tal cosa resultaría intragable incluso para los que han tragado Galapagar, el hombre aspira a que Podemos gane las elecciones, se cargue la Monarquía y al fin pueda ostentar él la Jefatura del Estado y no esa minduncia de presidencia de Gobierno que no cumple sus gloriosas expectativas. Tal vez esto se le antoje imposible, querido lector, y no lo contemple usted ni como mera hipótesis, mas no seré yo la que se atreva a profetizar que tan negro futuro no llegará. Mientras tanto, el personaje disfruta enormemente de su cargo de vicepresidente y se esponja y engola la voz cuando espeta a la oposición que no sea díscola y tenga la decencia de no gritar cuando habla todo un vicepresidente. Y profetiza que el PP no volverá al Gobierno, un partido con muchísimos más votos que el suyo.

La política origina estos resultados, pero el personaje debería hacer gala de un poquito de humildad pues sabe, como todo el mundo, que debe su cargo a la debilidad del presidente y en modo alguno al apoyo popular que fue casi ridículamente exiguo. Por eso da tanto miedo la cosa. Que un líder que señala a los periodistas críticos, amenaza a los jueces cuando no le gustan sus decisiones y utiliza la Justicia cuando le conviene, ataca a la Monarquía, se apropia de la voluntad popular y la interpreta como si fuera un vidente caudillo todopoderoso haya logrado tanto poder con tan poco mérito es cosa que hace temblar.

Claro que Dios los cría€ La denostada Ayuso dijo el otro día que Sánchez era especialista en hacer que parezca normal lo que de ningún modo puede serlo. Y ciertamente querido lector, si hace un año no más nos hubieran dicho que, cabreado por un revés judicial, el Gobierno democrático de España aplicaría un 155 exprés en Madrid, nadie lo hubiera creído.

Hoy, a mucha gente le parece normal e incluso creen, ¡ilusos!, que nos está protegiendo.