Pequeña inauguración

En la calle del Pilar, en Murcia ciudad, dos mujeres hablan en voz alta. Están a más de cuatro metros una de otra, y ambas llevan un niño: «Pero, ¿a qué han venío’ esos, con la tele y to’?», pregunta una. «A inaugurar las farolas, tía». Dice la otra. «Joder, estos inauguran lo primero que le ponen por delante», se ríe la primera. «Pues a mí me han dicho que son de segunda mano», y explota en carcajadas. (Efectivamente, han puesto unas cuantas farolas en esa calle, 7 u 8, creo, y parece ser que vino un concejal a inaugurarlas. La gente decía que las habían quitado de otro sitio para ponerlas allí, o sea que ya estaban inauguradas de hace tiempo.

No está muy fresco

Una mujer, en el puesto de fruta y verdura:»‘¡No me pongas ese apio, que está más mustio que yo!».

Más tranquilos

¿Será posible que dejemos de ver la cara de Torra en la tele o en los periódicos? O, al menos, que no se le vea todos los días diciendo las mismas cosas sobre la independencia de Cataluña y demás sueños imposibles. Jolines, qué alivio.

Serie

He visto los dos primeros capítulos de la serie Patria. Oiga usted, tremenda, impactante, de esas que te dejan clavado en el asiento y que no quieres que se acabe. Hay dos personajes femeninos, dos mujeres ya mayores, que actúan de un modo magistral. Por otro lado, observé algo que no veía desde la película La muerte de Mikel: ese matriarcado vasco tan potente, mujeres que no trabajan fuera de sus casas pero que gobiernan a la familia e imponen sus reglas a los hombres. El guion ya lo conocen, es un acercamiento al tema de ETA pero desde las dos partes, terroristas y víctimas. Vuelvo a quejarme de que no se dé completa y que haya que esperar una semana al próximo capítulo.

Más series

Les hablé de que había empezado a ver la serie We are who we are (Somos quienes somos) y que parecía interesante. Bueno, pues no lo es. Es más bien tirando a coñazo. Mucha imagen bonita pero no avanza ni a la de tres. Y he comenzado la 4ª temporada de Fargo. Yo siempre espero esta serie con verdadero interés y nunca me ha defraudado. Ya les contaré.

Resignado

Si hay nuevo confinamiento, me confinaré, pero, de verdad, qué rabia me da pensarlo siquiera. No hago tonterías, pero qué menos que ver a unos amigos y tomarte una cerveza, o comer en un restaurante al aire libre, con la separación debida. O reunirte con tu familia, aunque sea siempre con menos de seis. En fin.

Ellos, a sus cosas

No sé si verían ustedes el debate de control al Gobierno en el Congreso, esta semana. De verdad, qué pena, oiga, y eso es porque no quiero decir qué vergüenza. Nosotros aquí con nuestros enormes problemas, y ellos allí, peleándose y tratando de decir el disparate más gordo, la ofensa más tremenda, el insulto más soez. Como sigan así, acabaremos como los italianos viviendo nuestra vida y pasando de ellos. Es que ni ahora pueden aparcar sus diferencias partidistas y dedicarse a los ciudadanos y a nuestros tremendos problemas de salud, de empleo, de cambio climático, etc.

Desastre

Un hombre, a otro, por la calle: «¡Ostras! ¡se me ha olvidado el pan!».

De rojo

Edificios, puentes, palacios, etc. se tiñeron de rojo en toda la Región denunciando la situación de los que se dedican a producir Cultura, que pasan por unos momentos realmente graves al no poder trabajar. Hablamos de muchas personas, de muchos oficios damnificados por esta pandemia, porque están los artistas, pero también los técnicos que hay detrás de un concierto, de una representación de teatro, de unas fiestas que han sido suspendidas en su totalidad, etc. etc. Parece necesario que los gobernantes los escuchen y vean la forma de aliviar su situación.