No conozco a ningún cargo público de Vox en Murcia. Al diputado nacional Luis Gestoso sí, virtualmente, y huelga decir que cuando uno se encuentra en Twitter cada día con alguien acaba hasta por cogerle cierto cariño. Pero volviendo al partido, no tengo ni idea de qué proponen para Murcia. Supongo que devolución de competencias al Estado, entiendo que eliminar el pin parental, deduzco que nostalgia de aquél «Agua para todos», alguna que otra rebaja de impuestos y poco más que sea reseñable.

Que yo no les conozca ni a ellos ni a sus ideas no quiere decir nada en particular. Ni voto en Murcia ni más que probablemente les votaría a ellos si lo hiciera. Pero seguramente cuando en tres años pretendan presentarse a las elecciones sería relativamente interesante que alguien pudiera reconocer al líder regional cuando inserte su papeleta en una urna en la que, por otro lado, qué más les dará a los votantes qué nombre aparezca si ellos en realidad a quien quieren es a Abascal.

Leí en la sección de noticias de LA OPINIÓN que el nuevo presidente de Vox en Murcia va a ser el que ya presidía la Gestora. Un tal José Ángel Antelo, que al parecer es el portavoz en el ayuntamiento de Murcia. Es bueno saber que además de Ballesta y Mario Gómez peleándose hay vida política en la capital. Pero sobre lo que hace, sugiere o pide Vox sabemos bastante poco. O quizás prácticamente nada.

Que los partidos emergentes tienen líderes mesiánicos y acaparan a las figuras locales ya lo sabíamos de antemano. Ciudadanos consiguió ser llave de Gobierno gracias a Albert Rivera y a pesar de Miguel Sánchez. Urralburu era un extraordinario candidato para Podemos, pero sólo le conocíamos los cafeteros que leemos artículos de opinión como éste aún viendo que el título deja entrever un análisis sobre política regional que seguramente aburre a las ovejas.

En el caso de Vox, conocer al candidato sería interesante. En Madrid todo el mundo sabe quién es Rocío Monasterio y qué opina o por qué, de la misma forma que en Baleares Jorge Campos, el líder de la formación, es casi más conocido que la propia Francina Armengol. Ser autonómico no pasa por ser irrelevante, a pesar de que en ocasiones, como hemos visto ya en la Región, mejor que el cartel electoral tenga la cara de un señor de Barcelona o de Amurrio antes que la del local que tiene la desgracia de mancillar el nombre de su partido.

Vox es una formación electoralmente nueva, en una Región con unas características sociológicas que la hacen propicia no ya para ganar unas elecciones nacionales, que ya lo han hecho, sino también para ganar unas autonómicas. La (no sé si calculada) falta de exposición mediática de su líder es un error táctico de primer nivel que, o bien se explica por la incapacidad de su partido para ponerle en el foco (¡sería terrible!), o bien porque la formación no confía lo suficiente en él como para que algún murciano sepa que además de Santiago Abascal hay un señor que se llama José Ángel Antelo que quizás tenga algo que decir.

Tomar la decisión de convertirle en relevante o irrelevante es lo más importante que tiene que hacer Vox de aquí a los próximos tres años. La decisión entre aspirar a ganar o conformarse por influir. Yo, por ahora, sigo sin saber quién es José Ángel Antelo. Aunque eso ya dé igual.