Hay una canción de Joan Manuel Serrat que comienza diciendo «Harto ya de estar harto, ya me cansé?». Y, al parecer, esto es lo que le ha ocurrido al relevado presidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia (CTRM), José Molina, que ha dicho adiós a un mandato que se iniciaba en 2015, y que, según las palabras de su despedida, ha estado caracterizado por un 'torpedeo' y una 'obstrucción' constante a su labor, por parte del Gobierno regional.

Que un hombre con un puesto de relieve en la sociedad decida que en la vida todo no vale es digno de destacar. Y que se marche denunciando aquello que ya había dejado entrever en otras ocasiones, nos habla de lo que él es, de lo que ha sido siempre: un hombre honesto y comprometido con la sociedad a la que ha servido desde hace muchos años en distintos puestos. Un ser humano necesario en los puestos en los que se mejoran las sociedades. Porque éstas son más justas cuando hay transparencia en sus instituciones, cuando los Gobiernos saben que existe un organismo vigilante de sus acciones, en defensa de la ciudadanía. Y él ha intentado ser fiel a esa ciudadanía contra viento y marea. Tan contra viento y marea que hasta tuvo que soportar, en los inicios del funcionamiento de esta institución, a dos empleados públicos colocados ahí, justo para impedir el funcionamiento del organismo. Es decir, tenía al enemigo en casa, puesto por el Gobierno al que debía demandar transparencia. Increíble, pero cierto.

Tuve la oportunidad, yo diría la fortuna, de conocer a José Molina Molina cuando llegué a Murcia para dirigir RNE, en 1983. Él formaba parte del primer Gobierno de Andrés Hernández Ros como consejero de Economía, Hacienda y Empleo y la sensación que tuve al conocerlo es que estaba ante un hombre honesto, convencido del ejercicio de la política como un servicio a la sociedad, y convencido también de que, en los puestos de responsabilidad no hay que eternizarse. Este doctor en Economía, sociólogo, auditor y, sobre todo, incansable luchador, a lo largo de su vida, por la democracia real, la transparencia y el buen gobierno, no nació para que nadie le amedrentara y condicionara su importante labor como responsable de la transparencia en una región que, al parecer, tanto ha luchado para 'laminar su independencia', según ha puesto de relieve en sus declaraciones de despedida.

Pero puede irse satisfecho porque durante los cinco años que José Molina Molina ha estado al frente de este organismo las reclamaciones presentadas por los ciudadanos han sido 465, destacando de manera especial las relacionadas con educación y salud. Precisamente las reclamaciones presentadas contra el Servicio Murciano de Salud (SMS) permitieron que la Comunidad autónoma se viese obligada a publicar los datos sobre listas de espera, derivaciones a la sanidad privada y el cierre de plantas hospitalarias, que en algunos centros ha llegado a ser escandaloso. Por eso es tan importante que la elección del próximo o próxima (me gusta pensar que una mujer puede tener las mismas oportunidades que un hombre) responsable de esta institución, recaiga en alguien libre de cualquier sospecha de compadreo con el Gobierno de turno porque, si esto no es así, para qué queremos un organismo que, al final, sirva solamente para justificar, a veces, lo injustificable: que exista un organismo dedicado al funcionamiento transparente de las instituciones, nos habla de una sociedad madura, pero que ese puesto pueda ser ocupado por alguien alejado del talante de José Molina, me entristece, porque de lo que se trata es de que las instituciones respondan al perfil para el que fueron creadas.

Ya tenemos muchas otras que no justifican su existencia; no convirtamos ésta, también, en otro instrumento absolutamente inútil.