A comienzos del curso escolar 2017-2018, con un grupo de primero de bachiller de la clase de Filosofía del instituto Aljada de Puente Tocinos, se ponía en marcha el Proyecto Iris. Su fin era fomentar el aprendizaje de los ideales y conceptos de la transparencia, la participación ciudadana y el buen gobierno a los y las jóvenes estudiantes de Secundaria y Bachillerato de la Región de Murcia. Son casi tres años en los que un pequeño equipo de personas voluntarias de la Sociedad de Filosofía, de la Universidad de Murcia y de diversas entidades sociales hemos tenido el placer y el honor de compartir tiempo y espacio con muchos grupos de jóvenes en más de treinta centros educativos de toda la Región, con el impulso fundamental de José Molina, el primer presidente del Consejo de la Transparencia de la Región de Murcia.

En este programa, que llamamos Proyecto IRIS, han participado estos años más de 2.000 estudiantes de institutos de Educación Secundaria, y actualmente está creciendo y ramificándose, pues en algunos casos ha incluido experiencias de presupuestos participativos y se está comenzando a extender para enseñar su derecho a saber a personas en vulnerabilidad social como migrantes y refugiadas, a través de Iris Social, junto al Consorcio de Entidades para la Acción Integral con Migrantes (CEPAIM).

La transparencia apareció en la gobernanza pública en parte como respuesta a la pérdida de confianza ciudadana en el sistema a partir de las crisis económicas y la generalización de la corrupción. La exigencia social de regeneración democrática, que se reflejó en fenómenos como el 15M, se tradujo en medidas normativas como la aprobación en España de la Ley 19/2013 de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. En nuestra Región de Murcia esta voluntad regeneradora propició la Ley 12/2014 de Transparencia y Participación Ciudadana, y en su aplicación en 2015 se creó el Consejo de la Transparencia, siendo José Molina elegido por todos los grupos parlamentarios como su primer presidente sin ningún voto en contra.

Ahora que se acaba su presidencia es el momento de reconocer su inmensa labor en cumplimiento del mandato legal de defensa de la transparencia, con plena independencia, y su metódico trabajo para impulsar los expedientes administrativos que garantizaran el ejercicio práctico de la transparencia. Y todo ello a pesar de las múltiples trabas y dificultades que, en numerosas ocasiones, le han sido puestas desde la propia Administración regional, tratando de minar y aislar su espíritu independiente y crítico.

Por encima de todos esos obstáculos hemos podido ver en directo su capacidad para conectar con la gente joven y transmitirle la necesidad de actuar para defender la democracia y su propio futuro. Y la respuesta de los jóvenes ha sido muy positiva, participando activamente en las charlas y debates, y en los concursos de debate y disertación y de vídeo. Valga como ejemplo lo que decía una alumna en su evaluación de la actividad, a la que puso un 10: «Creo que la transparencia actualmente no está muy aplicada y he estado frustrada por ello bastante tiempo (...) hay tantas cosas que no me gustan de este sistema que no sé ni cómo organizar las opiniones». Y acababa: «Gracias, gracias por hacerme ver algo de luz en esta sociedad tan oscura y ver que hay gente, como yo, con ganas de cambiar, avanzar, mejorar».

Pero también es ahora momento de pensar y plantear el futuro de la transparencia en la Región de Murcia, porque al acabar el mandato de José Molina es fundamental el acierto en el nombramiento del presidente que venga a continuar con su labor. Según lo dispuesto en el artículo 38.6 de la Ley regional debe ser una persona «de reconocido prestigio» y ello debe entenderse en el sentido de que haya ejercido en su actividad una dedicación especial y profunda a la transparencia, la ética y la participación con la ciudadanía en el área del derecho a saber.

Estos días la prensa ha difundido que los partidos en el Gobierno regional han propuesto a un candidato, pero nos parece una práctica democrática mínima que quien presida una institución de control no venga designado de la mano de quienes ostentan el poder que tiene que ser controlado. Al contrario, y porque hay que evitar que este nombramiento se convierta en un mero mercadeo de puestos y cargos entre partidos, es necesario que se produzca un gran acuerdo en torno a una persona de indubitada independencia, formación y experiencia respecto a la ética de la 'gobernanza pública'.

Por tanto, dos condiciones clave deben estar presentes en la elección: prestigio en la materia e independencia. Y estas dos condiciones están acreditadas en el caso del candidato presentado por el principal partido de la oposición, el profesor Emilio Martínez, catedrático de Universidad experto en Ética y Filosofía Política con una amplia experiencia en la mejora de la calidad democrática de las organizaciones públicas, y sin militancia en ninguno de los grupos parlamentarios ni en ningún partido.

Capacidad reconocida en la materia e independencia son dos condiciones fundamentales ante una elección clave para nuestra Región: estamos eligiendo a un candidato para presidir durante cinco años, con un estatus blindado, la única institución de control e independencia que tenemos para desarrollar un principio constitucional naciente, que es la llave para abrir las instituciones a la ciudadanía, ejercitar la rendición de cuentas y que la ética sea un código asumido en el día a día de la función pública.

Porque sin la participación de la sociedad civil y sin la existencia de instituciones independientes que defiendan la transparencia no podremos tener una democracia avanzada y un 'buen gobierno', que garantice un futuro digno para la juventud, y para todas las personas que convivimos en la Región de Murcia.

* El grupo Encuentros por la Transparencia está conformado entre otras personas por María José Campillo, Antonio Galiano, José Antonio Gómez, Teresa Vicente, Francisco Manuel Reverte, Elvira Medina, Pedro Miralles, María del Carmen López Aniorte, Manuel Aparicio, Francisca Ferrando, Isidoro Gil, Diego Peñarrubia, Antonio Hidalgo y Manuel Tovar