Más tarde o más temprano tendremos un nuevo Consistorio que habrá de elegir al próximo Papa. Esto es un dato que no pasan por alto los opositores a Francisco: no va a ser eterno. Solo unos años nos separan de este momento y ellos ya están preparando la 'sucesión', aunque el único que realmente puede influir en la sucesión es el Papa reinante, pues es quien nombra a los miembros del Consistorio, los cardenales y al Camarlengo, quien dirige el Vaticano en el periodo de sede vacante.

Sin embargo, el círculo de oposición a Francisco, que cuenta con más representación en la estructura de poder eclesial que entre la feligresía católica, sabe bien que en la elección del nuevo Papa será necesario asegurarse de que el Espíritu Santo elige bien y no yerra, una vez más. Para ello, creen necesario establecer una estrategia para ofrecer un candidato que no levante recelo entre los fieles a Francisco y sea capaz de reunir el voto opositor, mas sin levantar suspicacias entre los que no tengan decidido el voto.

La elección papal se obtiene por dos tercios del Consistorio. Nadie se postula, todos los menores de 80 años son elegibles, por eso se necesitan sucesivas votaciones que permiten saber por dónde van las predilecciones de los cardenales, pues se trata de alcanzar un consenso en torno a uno de ellos.

Los opositores a este pontificado buscarán un candidato capaz de aglutinar el voto de los que quieren revertir las transformaciones de Francisco, de los que preferirían frenarlas y de los que considerando que están bien no verían con malos ojos formas más tradicionales de Iglesia. Es decir, se trataría de establecer un juego político de influencia sobre los cardenales para llevarles a posiciones muy moderadas y marcando como radical a quienes están del lado del actual pontificado.

Para abundar en este camino, se dice en los mentideros vaticanos que los medios más reaccionarios estadounidenses andan realizando dosieres sobre cada uno de los cardenales que tendrán voz y voto en el próximo Consistorio con el fin de filtrarlos de ser necesario y así interferir en el sentido del voto. Se trataría de una campaña de marketing claro en la que se intentará influir en el sentido del próximo papado.

Una campaña de este tipo, si cuenta con información desde dentro del Consistorio, sería capaz de ofrecer 'informaciones' oportunas en función del sentido de los primeros escrutinios. Si se diera el caso de un cierto empate entre varios candidatos, una información, cierta o no, convenientemente deslizada en los medios, puede tumbar a un candidato o ensalzar a otro.

Esta manera de actuar es la propia de la era fake news, de la que no escapa nada en este mundo. Habrá que estar muy atentos para ver qué nos depara el futuro. De momento, los grandes opositores ya han movido ficha con dos libros que abren el camino para la involución eclesial, ambos con el mismo título en inglés: The Next Pope. Se les nota demasiado que se les está haciendo largo este tiempo.