En esta exhortación, locución latina que según Suetonio solía usar en griego el emperador Augusto (speude brade?s), y que podemos traducir al español como 'apresúrate despacio', se contiene mi recurso estilístico preferido: una figura de pensamiento conocida como oxímoron en la que se expresa una paradoja. Se trata de una 'contradictio in terminis', donde la contradicción es sólo aparente, y ahí se encuentra el motivo de mi predilección: me fascinan las paradojas porque las percibo como metáforas de la vida, juego entre la apariencia y la esencia que nos acompaña desde que abrimos los ojos al mundo. Me gusta todo aquello que ofrece más de una posibilidad, pues a poco que reflexionemos podremos advertir que no existen ni verdades ni certezas absolutas, sino que únicamente contamos con opiniones que varían y se transforman conforme compartimos nuestro pensamiento y aprendemos de y con otras personas.

Inauguro hoy este espacio con mi pequeño homenaje a la triste noticia que en los últimos días ha encontrado fatal desenlace: la muerte del pintor murciano Marcos Amorós el jueves 10 de septiembre. Aquejado de un cáncer que le fue diagnosticado hace pocos meses, coincidiendo prácticamente con la pandemia que ha marcado ya el año 2020, luchó contra el mal que ha terminado por vencerle con todas sus fuerzas físicas y mentales, a las que se unieron las de su mujer, compañera inseparable en la salud y en la enfermedad.

Si los objetos tuvieran alma, sus pinceles, su guitarra y su moto extrañarían a Marcos Amorós. Afortunados ellos, que no saben que su aliento no volverá a impregnarlos, pues somos los seres humanos quienes los hacemos depositarios de una suerte de existencia autónoma que les es extrínseca, y les dotamos hasta de sentimientos que no son sino proyección de nuestros recuerdos. Para dotar de vida a un objeto es preciso ser un Artista como él lo era. Por eso sus recurrentes mariposas salen de sus cuadros y nos alcanzan con un mensaje profundo y sencillo, espiritual y vigoroso en el que se proyecta a sí mismo y nos trae consuelo.

Conocí y traté poco a Marcos Amorós, y únicamente en los cinco últimos años de su vida, pero fue suficiente para que dejara en mí honda huella, como profunda fue mi admiración ante la armonía y el amor que se percibía entre Ana y él y que se traducía en una irradiación de buenas vibraciones.

Persona generosa, apasionada, polifacética, curiosa y comprometida, de lo que dan cuenta los numerosos proyectos, en muchas ocasiones en causas con fines benéficos, en los que se embarcó. Tuve la suerte de coincidir con él en alguno, como es el caso de Cervantes 400, el Primer Aniversario del Aula Cultural del Corte Inglés, la exposición Lenguajes con Alma o la que auspició el Rotary Club de Murcia con objeto de recaudar fondos para la erradicación de la poliomielitis.

Pinturas suyas han ilustrado actividades del Aula de Cultura de la Universidad de Murcia o han sido cartel de los talleres de Carthagonova Renascens organizados por SEEC Murcia y AMUPROLAG en 2018; ha colaborado en el homenaje en el Casino a Díaz Bautista; de su última muestra pictórica en Casas Consistoriales de Mazarrón a finales de 2019, Trikel, comisariada por María José Cárceles, decía que «es un homenaje a personas que han sido importantes en mi vida, principalmente mujeres». Un miniconcierto de blues en el que tocó la guitarra junto a dos compañeros, haciendo gala de su don para la interpretación musical, dio inicio a la exposición.

De otros interesantes proyectos de los que formó parte darán cuenta artistas amigos como Javier Lorente, Álvaro Peña, Silvia Viñao y otros.

Hace apenas dos meses nos vimos por última vez, cuando vino con Ana a entregarme un cuadro suyo de un niño real, fotografiado en Israel por una amiga suya, me dijo. En el zaguán de mi edificio hablamos entre otras cosas de su discípulo, Jesús Inglés, y nos hicimos la promesa de continuar la conversación y darnos un abrazo cuando las circunstancias lo permitieran.

No han bastado sus ganas de vivir para conjurar a la muerte, que a todos nos aguarda.

La paradoja en este caso estriba en que nos despedimos de Marcos ahora que se queda con nosotros para siempre. Aunque añoraremos terriblemente su presencia física, seguirá presente en su Arte, en la vida que junto a Ana dio a sus hijas Esther y Belén, en el recuerdo que perdurará en sus amigos.

Sus vestales, afligidas pero serenas, de espaldas a nosotros miran adelante y al pasado, dando a entender que su existencia es ya un ktema eis aiei (una adquisición perpetua).

Su energía no se perderá. En el vuelo sutil de sus mariposas se halla encriptada la esencia de su espíritu inquieto y metamórfico. Sin duda ha valido la alegría conocerle.