No estamos yendo a la raíz de los problemas que están detrás de la pandemia de covid-19 que está cambiando, y no para bien, el rostro de nuestro inmediato futuro.

Observo que hay una muy potente reacción sanitaria a todas las escalas y a todos los niveles, incluso acelerando de forma muy meritoria la investigación y prueba de las vacunas. También hay una reacción de los Gobiernos, de tipo social y socioeconómico.

Aunque nada nos podría dar por satisfechos habida cuenta de la magnitud y la tremenda factura en euros del problema, es imposible o tendencioso no reconocer que los Gobiernos, a las diversas escalas y territorios, se están esforzando por compensar en lo que pueden el enorme mazazo. Y los sectores económicos, las personas y las sociedades están también, excepto fragmentos muy minoritarios, reaccionando positivamente, y sé que no es popular que diga esto en una escena de comunicación en el que tiene más audiencia quejarse, ser negativo y protestar con o sin altavoces.

Sin embargo, a nivel global apenas se están abordando los problemas de raíz, las razones profundas que hacen que el planeta haya entrado en crisis. Por mucho que leo y navego por internet, nada veo que se este ejecutando, o aunque sea planificando, que esté destinado a ir al fondo del problema. Nada veo de esfuerzo, por ejemplo, por parte de los Gobiernos para entrar a regular los modelos ganaderos industriales o la urbanización extensiva de la práctica totalidad del planeta que rompe la separación entre personas, animales en producción y domésticos y poblaciones de animales salvajes, la tormenta perfecta para la mutación y la trasmisión de patógenos víricos de animales a humanos.

Tan solo la Unión Europea, en su estrategia recién adoptada que ha denominado «De la granja a la mesa», está empezando a apuntar algunas medidas de largo alcance para regular la ganadería hiperindustrializada, y muy poco. Además, esta estrategia europea estaba ya prevista y en borrador mucho antes de la emergencia pandémica.

Por lo demás, ojalá que fuera por ignorancia, no conozco ni una sola iniciativa, ni internacional, ni estatal, ni regional, destinada a ir al fondo del asunto. Ni un proyecto de tratado internacional ni de ley estatal. Ni una sola propuesta para corregir la forma en que las sociedades humanas estamos organizando la economía industrial y postindustrial y, la manera radicalmente insostenible en la que nos relacionamos con nuestro entorno, que están detrás de las causas de la pandemia. Y por ir al detalle, incluso creo que ningún país asiático se decidirá por la prohibición de los mercados de animales vivos.

Ocurrirá, entonces, que cuando salgamos de ésta, cosa que ocurrirá, sí o sí, tras la próxima generalización de las vacunas de la covi-19, quedaremos a expensas del siguiente diminuto bicho que le dé por saltar de un animal a los humanos con mutaciones cada vez más inteligentes. Y eso no podemos consentirlo.