l coronavirus lo llena todo: los informativos de todos los medios, la vida diaria de la sociedad, las decisiones del Gobierno. Y está tan presente en nuestras vidas que parece anular la importancia que otros acontecimientos tienen en nuestra sociedad, como el hecho de que, por primera vez en la historia de la Universidad española, una mujer haya sido elegida para regir los destinos de una universidad politécnica en nuestro país. Un auténtico acontecimiento, si tenemos en cuenta la escasa presencia femenina en las aulas de las universidades politécnicas españolas, que apenas alcanza el 20%.

Hablo de Beatriz Miguel Hernández y de la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT). No resisto la tentación de referirme a este hecho, que tuvo lugar en julio (tomó posesión del rectorado el 28 de agosto), porque tengo la sensación de que ha pasado un poco desapercibido, con tanto ruido de coronavirus, de mascarillas, de incumplimientos de los protocolos, para luchar contra este enemigo invisible que algunos inconscientemente ignoran y otros temen hasta la psicosis.

Quiero volver a la elección de Beatriz Miguel Hernández, como rectora de la UPCT (una elección que se llevó a cabo en circunstancias excepcionales teniendo en cuanta los condicionantes de coronavirus que obligó, primero a cancelar las previstas elecciones y más tarde a realizarlas de manera telemática) porque, como mujer, me alegra que muchas intenten romper ese techo de cristal que impide que se avance en igualdad con respecto al hombre, porque ya es extraño que pese a que en la actualidad se matriculan y acceden a la universidad más mujeres que hombres (54,8%), con una importante diferencia en grado (55,1%), en máster oficial (54,8%) y equitativa en doctorado (49,9%), sólo un 27% de profesores de universidad sean catedráticas, lo que es una clara desventaja a la hora de optar a un rectorado.

Así es que se necesita mucha decisión para atreverse a ese reto, como se atrevió la catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad de Murcia Elena Quiñones, en marzo del 2006, a competir en las elecciones al rectorado de la Universidad de Murcia (UMU) con otros dos candidatos. De alguna manera, esa decisión suya, también ha podido ayudar a que Beatriz Miguel haya sido elegida ahora, quizás porque la marcha por la igualdad hombre-mujer es un camino lento, en la que los logros se consiguen después de que muchas otras lo intentaran.

Desearle éxito a Beatriz Miguel es deseárselo a la Universidad de esta Comunidad y a la Universidad española, que a veces transmite la sensación de ser extremadamente machista y conservadora a la hora de aplicar nuevas ideas y nuevas maneras de hacer.

En una entrevista que LA OPINIÓN le realizaba el 11 de julio la nueva rectora de la UPCT mostraba su decisión de que ningún alumno abandone los estudios por no poder pagar la matrícula. Y me gustó esa música: «El hasta ahora equipo de dirección de la Universidad ha estado esta semana poniendo al corriente de pago a todas aquellas matrículas que en este momento permanecían impagadas; nosotros seguiremos promocionando el crowdfunding del que dispone la UPCT para ayudar a sus alumnos y en el que cualquier ciudadano que lo desee puede colaborar. Aún así, tal y como se encuentre la situación de cara al mes de septiembre, seguiremos valorando posibles soluciones para que ningún alumno de la Universidad se quede fuera por no poder pagar sus estudios».

Extraordinario compromiso que hace público esta mujer, que viene a formar parte de la élite de las Universidades españolas, porque sólo diez, incluida ella, de las cincuenta universidades públicas en nuestro país están regidas por mujeres; en los ocho siglos de historia de la Universidad en España, sólo ha habido veinte mujeres rectoras.