Ha llegado el momento de la despedida, podemos elegir un final a lo Antes del amanecer, en el que Juliette Delphy y Ethan Hawke se citan dentro de un año en el mismo sitio, despidiéndose con un hasta luego, o podemos mirarnos a los ojos en una calle de Tokio, darnos un beso en los labios y decirnos algo que solo ustedes y yo nos digamos al oído como Bill Murray y Scarlett Johansson en Lost in translation.

No me gusta decir adiós; además, se me da fatal. Prefiero no decir nada y que la vida haga el resto. 31 días hacen hábito y yo me he acostumbrado a compartir con ustedes mis miserias, aprender a reírme de mí misma, contarles aventuras de otros tiempos, recuperar los veranos perdidos, en un año sin besos ni abrazos, donde lo que nos queda es recordar cuando los dábamos y nos los daban.

Ha sido bonito aislarse del ruido de la actualidad, aunque les confieso que me ha resultado jodido contenerme a escribirles sobre temas políticos como la marcha de Cayetana y sus zascas a Casado y al Partido Popular, los rebrotes, la gestión de la pandemia, la política de comunicación del Gobierno, del Emérito, Corinna, luces de Navidad en el Vigo de Abel Caballero y así hasta el infinito.

Tengo la sensación de que tras la tensa calma de estos días de verano, en los que nos hemos dado una tregua ante las diferencias políticas, los zascas a golpe de tuits y la crisis a la que nos enfrentamos, siento que llega la tempestad cargada de violencia, los discursos, reproches y falta de diálogo que bloquean lo que realmente importa: que nos pongamos a trabajar para salir cuanto antes de la crisis económica a la vez que nos protegemos y actuamos con responsabilidad ante la pandemia. Jodido, ¿no creen?

Con este panorama tengo más ganas de beber que de vivir, pero no queda otra: volver al rock’n’roll. Yo por mi parte les espero cada domingo en esta santa casa para contarles lo que se me ocurra y pegar algún zasca que otro.

De las dos despedidas me quedo con ese abrazo y ese beso en los labios en una calle de Tokio entre Bill Murray y Scarlatt Johansson mientras suena Jesus and Mery Chain. Me parece el final perfecto para lo que han sido nuestros días raros juntos.

Cuídense.