Me compré una manguera con la intención de dejar de regar las plantas de la terraza a cubazos. Porque estoy de cubos y de idiotas hasta la peineta. El caso es que el último fontanero que pisó mi casa me puso un grifo chungo (de los que no casan con nadie, así como yo). Pues eso, que no me casaba con ningún acople y no se me ha ocurrido mejor idea que cambiar el grifo por uno que he comprado en los chinos (los chinos deberían estar prohibidos). ¡Quién me iba a decir a mí que si quitas un grifo de la pared comienza a salir agua a cascoporro como si fuera eso Iguazú!

Ante semejante estampa, y empapada, he corrido a buscar ayuda entre mis vecinos. Y como siempre, el único que estaba era el cojo. Hemos buscado la llave de paso por toda la casa. Incluido el cajón de los calcetines y detrás del frigorífico. Creo que le ha servido de terapia porque al final hasta corría; eso, o que se hace el cojo para no ir a currar. De repente a los dos lumbreras se nos ha ocurrido bajar al garaje y cerrar la general. Pero otro vecino que fue presidente y se cree el rey, había atascado la puerta de instalaciones. Me he puesto a gritar como una descosida. Porque no había derecho.

No había derecho que en la misma semana se muriera mi amigo, me dejara mi chico, aplastaran mi coche y me diera un cólico nefritico. He gritado tanto que ha bajado otro vecino a ver quién se estaba muriendo, y casualmente tenía una llave en su casa. Me ha dejado, empapada, cuidando de sus niños y ha subido corriendo. ¡Hemos conseguido amputar! Cuando todo ha parado he venido a la ferretería, y de pronto he escuchado al señor ferretero preguntar a otro si llamaba a la Policía. Me he visto: con mi camiseta de Los Enemigos, empapada cual Miss Camiseta Mojada, con toda la pintura corrida y la pulsera del hospital (que me pasa como con las de los festivales, me la quito a los días).

El ferretero me ha confesado que creía que me había escapado de algun centro... y, bueno, al final, como siempre, mi amiga y vecina Ruth ha llegado con su parsimonia y saber estar a controlarlo todo. Yo ya me he relajado, pero me da palo volver a la ferretería a pedir una llave inglesa, que es lo que me falta para terminar el arreglo. No sé, tenía que contarlo.