Los prejuicios son tóxicos. ¿Que por qué lo digo? Porque hoy en día parece que uno está obligado a encasillarse y aceptar que le encasillen, desde tus aficiones a tu vestimenta. Por ejemplo, por llevar camisa. Sin decirlo, casi parece que ya tengas que votar a un partido. Imagínate si le sumas el ‘fachaleco’ y los naúticos.

Curioso que la prenda que llevaba antaño a trabajar el hortelano, ahora sea el outfit de los autoproclamados azotes de lo ‘progre’. Si no quieres ser facha ahora hay que parecer el más vegano, el más animalista, el más feminista y el más ecofriendly. Todas ellas causas muy justas, pero que se quedan en nada más que tramoya de una personalidad impuesta. ¿Hasta qué punto se ha degradado la conciencia de clase para que estemos perdiendo el tiempo en apariencias?

Juzgar nos divide y nos hace más vagos mentalmente. Lo fácil es pasarlo todo por los moldes del prejuicio y dedicarnos a dirimir quién es más facha o rojo, como si ser alguna de las dos fuera a dar de comer (a todos). Mientras, se pierde una oportunidad valiosa de encontrar consensos y de luchar por lo que a todos beneficia. El común, anestesiado por la politización, ha perdido el foco, por ejemplo, de lo que la pandemia nos prepara.

No quiero pensar que pasaría si los jóvenes lucharan contra el paro, por emanciparse o porque no se les obligue a emigrar.

Por mi parte, me niego a desgastarme en debates ideológicos. Joder, que ya te da asco hasta mirar tu bandera, roída por gandules con corbata y contrabandistas con título. Y menos todavía aceptar los estereotipos del hooliganismo político y de los tecnócratas del odio. Precisamente porque mis problemas nada tienen que ver con los toros ni la caza y porque acepto que haya gente creyente de izquierdas y de derechas que le vaya el rap y el metal. En definitiva, personas sensatas que reniegan de soluciones fáciles a problemas difíciles e ignoran las sentencias de estos jueces de la nueva moral.

Aun así, entiendo que algunos prefieran encasillarse, supongo que quieren sentirse aceptados. Vaya por delante mi deseo para ellos de más lectura y nuevos amigos. A mí, que me asquean las burbujas sociales, repudio de estas tribus que más quieren ser jaurías. Me marcho a la civilización que, como dice el refrán, mejor solo que mal acompañado.