Toda la sociedad murciana está en estado de shock al conocer la doctrina hidráulica de la ministra Teresa Ribera.

Se trata de un decálogo de amenazas que se resumen en una idea: No es posible tener vistas al mar y además disfrutar del Trasvase.

La ministra de Transición Ecologica quiere volver a la autarquía, al primitivismo total de 'apañarse con lo que se tiene' sin que sea posible trasvasar agua donde no hay desde donde abunda.

La ministra y su Gobierno central quieren imponer una nueva religión hidráulica con 'Diez Mandamientos' para la transición al otro mundo feliz de la ecológica radical.

El primer mandato es obedecerla, porque con su actitud crítica al ministerio, los agricultores se arriesgan a ser mal percibidos por los consumidores europeos y perderán el mercado.

El decálogo sigue con un lavado de cerebro: es ilusorio pensar que existe un derecho a desplazar grandes volúmenes de agua. Los gestores del agua deben poner primero el consumo y el medio ambiente; luego, la agricultura.

El cuarto mandamiento es que agua es un recurso emblemático y emocional que necesita una nueva regulación, frente al desorden actual, provocado por los agricultores.

El quinto es te voy a matar con el precio del agua, porque no es asumible que sea más barata el agua del acuífero o del trasvase que la depurada o desalada. Voy a poner fin a los nuevos regadíos y a la tensión que provoca la expectativa del derecho al agua para la agricultura; sería el sexto precepto de esta religión ecológica.

El septimo sería: Todas las aguas van a manejarse como un recurso único con el principio de recuperación de costes, o sea, vais a pagar todas las infraestructuras los regantes.

Y es que ahora la principal preocupación del ministerio no son los trasvases sino la contaminación por microplásticos, antibióticos y nitratos; se contendría en el octavo.

El penúltimo mandamiento se refiere a que el Mar Menor es un caso de contaminación por nitratos, con culpables identificados, lo que obliga a imponer nuevas reglas para gestionar el acuífero contaminado y sobre explotado de manera que la Ley del Mar Menor no sirve para nada.

El último mandamiento es el reconocimiento de la divinidad del Gobierno social-comunista: Los murcianos antes veían con indiferencia la contaminación del Mar Menor y ahora miran con esperanza al ministerio para resolver el problema.

Para concluir diré que la esperanza de Murcia sólo puede ser la victoria de Vox en esta Región y con la moción de censura echarlos del Gobierno de España. Muchos ya se han dado cuenta de esta verdad.