Viajar desatonta, desasna y abre los ojos y las orejas a quienes permanezcan atentos a otras cosas que difieran de la pantalla del móvil. Y además, cuando el periplo se realiza con hijos y sobrinos que se abren a la adolescencia, nada puede compararse con sorprendentes conversaciones que enriquecen y refrescan la mente del mayor que se detiene a escucharlos como merecen:

Si tú (o tú)

me quisieras escuchar.

O tú, me prestaras atención

te diría lo que ocurrió.

No hace mucho, en España éramos horteras, pijos, rockeros, punkis, moods, macarras y modelnos. Esa clasificación y sus adyacentes habitó mi cabeza hasta el otro día, pues compartiendo unas pizzas en el paseo marítimo, salieron las nuevas y nuevos enamorados de la moda juvenil: Canis, Jennys, Cayetanos y Cayetanas:

Yo vi, (si vi)

a la gente joven andar

con tal aire de seguridad

que en un momento comprendí

que el futuro ya está aquí

Los Canis, chavales que pasean un corte de pelo con un rayo que atraviesa una de sus sienes. Pero si son canis que lo petan, la punta del rayo les parte una ceja. Les molan las cadenas de oro y llevan una mochilita en bandolera, donde seguramente guardarán los Play-Mobil de la infancia perdida. Ojo, todo de marca, incluidos los pantalones tobilleros, aunque el chándal que los cubre parezca del economato de La Modelo y los anillos gordos que se amontonan en sus dedos den la sensación de que los han ganado en la final de la NBA:

Y yo caí enamorado de la moda juvenil

de los precios y rebajas que yo vi,

enamorado de ti.

Mención especial para las Jennys: «¡Rosalía, bonita, que soy Pedro!». Habitualmente lucen un moño que se enrosca en la cabeza como una serpiente de cascabel, lo que deja la cara de la Jenny totalmente libre para colocarse un par de grandes aros en las orejas, donde podrían viajar dos loros cómodamente. El maquillaje no les resulta ajeno, ya que le ponen ahínco al eye liner de trazo gordo, tipo Amy Winehouse y lo rematan todo con labios muy rojos, como dos colchonetas de playa juntas. En su armario no faltan tops, lycra como para empapelar los coches de choque y pantalones vaqueros muy cortos, deportivas con plataforma y un esmerado diseño de uñas que dejarían boquiabierta a Maléfica:

Zapatos nuevos

son de ocasión

Oh qué corbata, qué pantalón.

Vamos, quítate el cinturón,

que la tarde es de los dos

Me dejo al fondo los Cayetanos y Cayetanas, que son lo que podríamos entender como los pijos contemporáneos, pues en ellos reconoceremos las camisas blancas con las iniciales personalizadas y los puños vueltos, los polos de marca, el vaquero ajustado tobillero, el calcetín invisible o pinkie, que deja libertad al zapato náutico o la deportiva cara. Se adornan las orejas con airpods y lucen pulsera y mascarilla con los colores de la enseña nacional. Es evidente que no hace mucho las tribus urbanas vestían según la música que les molaba, pero como a esta generación le gusta el ritmo único y pandémico, que el diablo le pegue fuego en el infierno, los enamorados de la moda juvenil veinte/veinte hacen exactamente lo que hicimos nosotros, que no era otra cosa que lo que nos salía de la gana. Y hacen bien:

Y yo caí, enamorado de la moda juvenil

de los chicos, de las chicas, de los maniquís,

enamorado de ti

Codazos cordiales.