No voy a inventar la pólvora ni el concepto de ‘feminista’ hoy en día, ni pretendo (Dios me libre) herir sensibilidades. Admiro, amo, interpreto y aplaudo a cada una de las mujeres que han pasado por mi vida. Intento entender y respetar a las que no me quieren, y me desvivo por las que sí lo hacen. Pero lo que no está bonito, nenas, es tirarnos piedras a nuestro propio tejado. Sobre todo cuando esas otras son más altas, más guapas, más ricas o más estupendas.

Tenemos claro que lo material es efímero, así como lo es la belleza exterior. Perdemos encanto cuando nos cebamos con según qué mujeres. No pretendo hacer defensa de féminas que viven del postureo, las influencers me la refanfinflan. No pretendo defender a otras como puede ser Pilar Rubio, entre otras cosas porque no lo necesita. La conocí hace muchos años siendo ambas parejas de semiconocidos cantantes (el mío Rock y el suyo Hardcore, que para todo hay jerarquías) y ya me pareció un bombonazo impresionante.

Leo atónita críticas deleznables hacia ella en publicaciones de redes sociales, y casi todas las firman otras mujeres. Como si a alguien que es madre de cuatro hijos, con la vida solucionada, que tiene un marido que la adora y mil proyectos bien pagados cuando termine su ‘baja por maternidad’ le importase. Esto va más allá. Intuyo que algunas no toleramos que existan mujeres insultantemente bellas, que una recién parida se exponga en fotos como una Venus recién salida del Olimpo. Parece que nos molesta si no se parece a la mula Francis...

Da pena y mucho que pensar que las críticas más duras vengan de conocidas mías que son el adalid de la libertad y los derechos de sus hermanas. Esos comentarios me han tocado mucho la fibra, y de verdad , lo que menos me apetece es una polémica con ellas. Nos queda tanto por lo que luchar, tanto por construir, que no nos sale a cuenta un machaque entre nosotras. ¡Porque claro que hay mujeres que son luz tras un parto! Aún con cansancio, miedo, incertidumbre... He asistido a recién paridas que me han parecido diosas. Y si tienen estrías, ojeras, labios hinchados, tobillos más de lo mismo, me lo han seguido pareciendo.

Y es que no hay belleza más sublime que la de una mujer que acaba de dar vida. Ni mujer más fea que quien la critica.