El Gobierno regional compuesto por PP y Cs, y con Vox pintando sus Decretos Ley de color de rosa, sigue aprovechando que el coronavirus pasa por Valladolid para rendir pleitesía a quienes realmente dirigen las riendas normativas de nuestro futuro.

Si hace unas semanas era la Ley de Puertos la que se arrodillaba ante sus anfitriones, o el medio ambiente era humillado y enviado a los Ayuntamientos a buscarse la vida en medio de la selva que ha puesto la Asamblea Regional como escenario perfecto para ser pateada y destrozada con alevosía y sin nocturnidad, ahora le ha tocado poner una alfombra roja a las casas de juego y apuestas, sobre las que es bueno recordar que la Región de Murcia es líder en establecimientos por número de habitantes.

Curiosamente, el destino ha querido que se cruzaran en el tiempo la dimisión en bloque del Consejo de Estudiantes de la UMU por la penalización por el coste de las segundas matrículas y la bonificación fiscal a las casas de juego, permitiendo unos beneficios fiscales a estas empresas que, de no ser así, permitiría subsanar nuestras grandes deficiencias educativas.

La Región sigue apostando por crear adicciones al juego en vez de apostar por la educación; prefiere seguir destrozando nuestro entorno medioambiental antes que crear talento y conocimiento; seguimos jugando doble o nada al turismo de chancletas, dando las migajas a nuestra cultura y nuestro patrimonio, poniendo nuestros destinos al negro que ofrece nuestro actual sistema productivo, en vez de al verde, que ofrece la posibilidad de luchar cara a cara contra la emergencia climática que nos comienza a rodear.

El Gobierno regional sigue mirando para otro lado mientras abre puertas y ventanas a las casas de juego y cierra oportunidades en las universidades públicas.

El otro día se presentó el Plan de Contingencia contra el Covid-19 en colegios, escuelas infantiles e institutos, y al profesorado, en vez de inyectarles tiempo e interinos para enseñar, les han encargado que hagan de auxiliares de enfermería, interioristas, celadores, porteros, informáticos y limpiadores. En el fondo, lleva razón la consejería: si la Asamblea Regional apuesta por fomentar el juego y las casas de apuestas, no tiene sentido invertir en educación; total, para jugarte veinte euros en 888 o en beetwin, no hace falta saber quién fue García Lorca ni Franco, y mucho menos tocar un instrumento con el que hay que perder el tiempo ahora desinfectándo cada vez que un niño o una niña lo utilice.

Dentro de unos años, cuando otras regiones o países hablen de I+D+i, de patentes e investigación, nosotros podremos ofrecer puestos de camareros, pero sobre todo, ser la capital del juego, y es que quién no querría que Murcia se convirtiera en Las Vegas del sureste español. Ojalá, me dice un amigo que esta noche se va con su mujer a vivir su propia Odisea.