Aquí escribo a gusto. A la sombra refrescante del ventilador hay silencio, paz, tranquilidad. Sigo fiel a mis dosis masivas de lectura. Nunca me aburro. Tengo siempre unos cuantos libros esperándome. Y, por si eso era poco, mi sobrino Juan me suministra lo último que se ha publicado, aparte de tenerme al día de los escritores (excelentes) caravaqueños, especialmente Miguel Sánchez Robles, Luis Leante, Ignacio Ramos, etcétera. Dejo el tema para después y hoy comparto con mis amigos lectores algunas noticias sobre las que les invito a pensar.

Algo muy pequeño cambia la historia

En este tiempo de pandemia, he vuelto a poner en mi mesilla un curioso libro que me sorprendió ya hace un tiempo: Enfermedades que cambiaron la historia, de Pedro Gargantilla. La covid-19 será otra enfermedad que cambiará la historia, como la peste en el Imperio romano o la Edad Media, la viruela en el Nuevo Mundo, la fiebre de Tamerlán que evitó que China no fuese una parte de Rusia, la pancreatitis de que acabó con el Imperio€

La experiencia de vulnerabilidad personal y social que estamos viviendo es semejante a la que han vivido las gentes de otras épocas aún con muchísimos menos medios (solo la gripe de 1918 dejó 50 millones de muertos). Y nos ayuda a ampliar nuestra mirada existencial, pues a veces nos creemos los dominadores del mundo, de la salud y de la vida; y simplemente formamos parte de un ecosistema que debemos mantener en equilibrio, conocer y asumir como parte de nuestra existencia.

Un libro riguroso, ágil y ameno, que te descubre cómo un simple virus o un pequeño órgano que falla pueden influir en el devenir de la historia.

Para beber de un sorbo

En Mujeres que no perdonan (Planeta), Camilla Läckberg nos ofrece una historia cargada de tensión, suspense y giros impredecibles. Se trata de una novela contra el maltrato y sobre los movimientos de resistencia y rebeldía, con que las mujeres maltratadas en sus hogares intentan defenderse para cambiar las cosas.

Gracias, Carlos Ruiz Zafón

Estudió con los jesuitas en su Barcelona natal, aunque serían los salesianos quienes le concederían el Premio Edebé de literatura juvenil en su primera edición por El príncipe de la niebla (1993), su estreno como novelista. Carlos Ruiz Zafón, que no había cumplido los treinta, aprovechó la dotación económica del galardón para hacer realidad su sueño de viajar a la meca del cine. Y allí en Los Ángeles, donde se instaló para seguir escribiendo ficción, un cáncer ha acabado con su vida a los 55 años. Por fortuna, nos queda su obra. En especial, la tetralogía de El cementerio de los libros olvidados, inaugurada en 2001 por un éxito editorial sin precedentes: La sombra del viento, la historia de Daniel Sempere y su mágico santuario abarrotado de volúmenes en la ciudad condal de la primera mitad del siglo XX. «Pocas cosas marcan tanto a un lector como el primer libro que realmente se abre camino hasta su corazón», recordaba su protagonista tomando prestadas las palabras de un cliente habitual de la libraría de su padre. Probablemente, Ruiz Zafón no recibió todos los homenajes y distinciones que hubiera merecido, pero sí conquistó un premio que no está al alcance de cualquiera: despertar la pasión por la lectura en millones de lectores.

Conversaciones con Jon Sobrino

A cargo de Charo Mármol. Esta es una obra largamente trabajada, a través de años de correos electrónicos, encuentros y charlas, que ha fructificado en estas páginas. En ellas encontramos al Jon Sobrino hijo, hermano, teólogo, compañero, alumno€ desde un punto de vista muy íntimo: Sobrino no solo habla de los pobres, sino de cómo él ha vivido su relación con los pobres; no solo habla de la teología de la liberación, sino de su camino al hacer esa teología; habla de Dios y de su relación con Dios; y por supuesto repasa a las personas que ha marcado su historia: Rahner, Arrupe, Rutilio Grande, Romero, Ellacuría€