Hay películas que se quedan en la memoria por su banda sonora. Cuando hace unos días nos despertamos con la noticia de la muerte de Ennio Morricone, lo primero que dije en voz alta fue: «No, tú no». Era de esas personas que crees que son eternas, que te van a acompañar siempre, como la banda sonora de sus películas.

Recuerdo un armario en el cuarto de mis padres donde había un cajón con películas como El honor de los Prizzi, Se acabó el pastel o El hombre tranquilo. Desde que era una enana me ha fascinado el cine, y ver estas joyas cuando me quedaba sola en casa era un planazo. Aún recuerdo la maravilla de banda sonora del italiano que acompañaba a Robert De Niro mirando por el agujero del almacén a aquella bailarina en Érase una vez América, que también estaba en ese apreciado cajón familiar. Ojalá ser esa niña por un rato, que se quedaba en casa y ponía cinta tras cinta de VHS o poder sacar el tocadiscos del abuelo, los domingos, y escuchar los vinilos de mamá con todas las bandas sonoras que han marcado nuestra vida: Morricone, Mancini, Williams, Barry...

¿Qué música le habría puesto Morricone a la película recién estrenada, La nueva normalidad? Seguro que la melodía se nos quedaría grabada para siempre por el momento que estamos viviendo, a pesar de que muchos aún no se hayan dado cuenta de la gravedad. Pónganse guapos, porque saldremos en los libros de historia. Volviendo a la banda sonora, sería muy del estilo de Por un puñado de dólares o La muerte tenía un precio. Silbidos, tensión, sonido de chasquidos, latigazos como los que en las películas de Leone simulaban los disparos, al más puro spaguetti western. ¿No se la imaginan así?

¿Han visto la película? ¿Les gusta? Porque a mí no me ha gustado un pelo. No he visto un reparto más malo e irresponsable, así como la dirección, producción, edición y montaje. Creo que la segunda parte está al caer, no se la pierdan; se llamará El gran rebrote, y los protagonistas vamos a ser todos, ojo que igual alguno de nosotros se lleva un Óscar y una semana en la UCI por su excelente interpretación al mejor actor o actriz.

Ironía aparte, de verdad no puedo entender que parejas algo más jóvenes que mis padres pasean con la mascarilla en el codo, o los millenials que las utilizan de complemento para el cuello y que en el fondo tienen un plan maestro para eliminarlos de la faz de la tierra y no nos estamos enterando. Ojo que igual estamos infravalorando a los del Tik tok, ahí lo dejo.

Llevo dos semanas en Murcia de visita y aquí es como si el estreno de La nueva normalidad lo hayan puesto en la sesión de los lunes, que es cuando ponen las películas subtituladas en checoslovaco, que se han llevado varios premios en Locarno y que han visto sólo un puñado de frikis del cine independiente. Eso sí, en la capital parece que les dan una paga extra a todos los que llevan la bandera de España en la mascarilla. Murcia, en lo de mascarillas con banderita es lo que París a la alta costura, high level.

A propósito de bandas sonoras, parece que el Cara al sol ha sido más popular que el Resistiré. Pero por si esto no les parece suficiente, que a mi sí, esta semana hemos vuelto al panorama mediático nacional, y no por ser un pueblo que acoge y es solidario, no. Hemos salido en los papeles por xenófobos. Acoso a cuatro inmigrantes, positivos en covid, que han llegado a nuestra Región y están haciendo la cuarentena en un piso tutelado; han sido insultados a gritos de hijos de la gran puta, perros, maricones€ Pero no es racismo, según declaraciones de los vecinos; los gritos e insultos eran por miedo, y tal.

Voy a recurrir a una frase muy manida durante estos días: insultamos a los que vienen en patera, pero a los que llegan en tren o avión vamos a recibirlos al más puro estilo Pepe Isbert, con alegría y que viva el tronío.

Y yo me pregunto: ¿han visto ustedes al delegado del Gobierno o a la oposición hacer oposición y condenar estas manifestaciones? Porque obviamente, ni Partido Popular ni Ciudadanos van a salir a hacer declaraciones al respecto y denunciar los comportamientos intolerables de estos vecinos, llamando a la calma y al respeto, no vaya a ser que los señores de las mascarillas del pret a porter murciano y español se reboten. ¡Qué pena!

No contentos con no salir más fuertes, ni tan poco mejores, salimos algo tarados y sumamos: racistas. Yo no sé a ustedes, pero eso de que no hay que dejar a nadie atrás...; igual a estos personajes sí habría que dejarlos, pero que muy atrás.

Es curioso ahora que parece que nuestros políticos están a lo que tienen que estar, llegando a acuerdos en la comisión de reconstrucción y bastante menos exaltados en sus declaraciones públicas, es la calle la que está a la que salta. Me crispa ver que han dividido a la sociedad, me enfada ver cómo cumplen con éxito su propósito. Son los mismos de siempre, los que, en estos días de campaña electoral en el norte, entran en el País Vasco reclamando libertad, cuando lo único que hacen es provocar y generar tensión y violencia. ¿Les digo lo que van a conseguir? Que Bildu se dispare en votos y que la derecha baje la persiana definitivamente. ETA sigue siendo utilizada para reabrir heridas. Dejen unos y otros de utilizar un momento de la historia muy doloroso para todos; si van por ese camino demuestran que no son conscientes de la realidad de un pueblo como el vasco.

Mientras, en un mundo paralelo, Feijóo, a lo suyo. Galicia, otra comunidad como Murcia con más de veinte años con el mismo Gobierno, donde su presidente en su campaña electoral no se vincula al Partido Popular, sabe el daño que en estos momentos sus siglas le pueden ocasionar, y se desmarca, bravo Alberto. Estrategia política muy a lo Borja Semper, centrándose en el candidato. Veremos los resultados electorales y si la pandemia les pasa factura, aunque no utilicemos los resultados como termómetro político porque no nos valdrá de nada para la próxima cita electoral.

Visto lo visto, creo que prefiero ahora que estoy en casa de mis padres buscar ese cajón lleno de cintas y ponerme una tras otra para salir de esta realidad tan irreal en la que hemos perdido hasta el pudor, y nos dedicamos a insultar y señalar, por miedo según dicen, ese miedo que saca lo peor del ser humano, y así lo estamos viendo estos días.

Ojalá empezáramos a ver la luz al final del túnel y en vez de estrenar El gran rebrote, pronto se estrenara la película a la que Morricone pusiera música, ojalá esa melodía fuera lo más parecido a la banda sonora de La Misión o de Cinema Paradiso, para mí las mejores del compositor y que ustedes seguro recuerdan mientras leen este artículo.

Ya que parece que el guionista de este 2020 nos ha dado por caso perdido y somos nosotros quienes estamos escribiendo el guion, pongámosle música que emocione.