Allá por 1990, Balduino, rey de los belgas, addicó de la Corona durante 36 horas para que en ese transcurso se publicara en el Boletín Oficial del Estado, sin su firma, la Ley del Aborto que había aprobado el Parlamento de su país. Alegó para tan fugaz renuncia 'incapacidad temporal', pero al recuperar el trono confesó que en realidad sufría 'problemas de conciencia'. Un fraude de ley consentido por el Gobierno y los ciudadanos belgas.

Como es sabido que los reyes están para dar ejemplo, unos treinta años después el ciudadano murciano Mario Gómez ha hecho un Balduino al decidirse por tan ilustrativa fórmula para interés propio, que en su caso consistía en asegurarse un puesto fijo de funcionario sin renunciar a sus soldadas de concejal con altas responsabilidades de gobierno en el ayuntamiento de Murcia, tal y como relatábamos con precisión en nuestra edición de ayer. Así, al principio del actual mandato municipal, Gómez 'abdicó' durante cinco días de sus cargos y sueldo municipales para hacerse con una plaza de ingeniero del SMS en el hospital de Yecla que le había salido al paso desde la bolsa de contratación, para una vez en sus manos, solicitar la excedencia que por obligación corresponde a los políticos electos o de alta designación e inmediatamente regresar a la nómina de vicealcalde dejando sin plaza al ciudadano al que habría correspondido en su lugar, y asegurándose un retiro en la Administración para cuando sea desalojado de la política. Sinopsis: optó a la plaza como si estuviera en el paro cuando en realidad suspendió por unos días un contrato municipal de más de 60.000 euros, y cuando la tuvo en el bolsillo recurrió a la excedencia para recuperar sus cargos políticos y los emolumentos correspondientes. Como ingeniero, medalla de oro en ingeniería administrativa.

Todo muy legal y muy belga, faltaría plus. Pero también muy de pillo. La ley permite, a la vista está, este tipo de triquiñuelas, pero también describe como 'fraude de ley' el hecho de recurrir a ellas. Faemino explicaba a Cansado que el médico le había prohibido comer ternera, y meditabundo preguntaba a su compañero: «¿El codillo de ternera es ternera?». Otro que quería buscar resquicios.

¿Un fraude de ley es delito? Todo fraude es delito. Artículo 7 del Código Civil: «1. Los derechos deberán ejercitarse conforme a las exigencias de la buena fe. 2. La ley no ampara el abuso del derecho o el ejercicio antisocial del mismo. Todo acto u omisión que por la intención de su autor, por su objeto o por las circunstancias en que se realice sobrepase manifiestamente los límites normales del ejercicio de un derecho, con daño para tercero, dará lugar a la correspondiente indemnización y a la adopción de las medidas judiciales o administrativas que impidan la persistencia en el abuso».

Si el abuso de derecho es ilegal, lo de Mario no puede ser tan legal (fingir no tener trabajo para acceder a una plaza pública, y una vez obtenida ésta, recurrir al privilegio de la excedencia política). Desde luego, más allá de lo legal, el gesto es políticamente impresentable. Más, si quien utiliza estos truquillos va por ahí de Cid Regenerador. No hay sorpresa. Los grandes hombres son así. Carlos Marx, el apóstol de la igualdad entre los hombres, dejó embarazada a su criada y no se hizo cargo del retoño. Rousseau, el apóstol de la educación de los niños, dejó a sus cinco hijos en una inclusa mientras predicaba en favor de la infancia libre. Mario Gómez busca y rebusca en las pequeñas facturas del Ayuntamiento porque, experto en truculencias administrativas, deduce que 'algo tiene que haber', dado que sabe lo que él mismo hace para encontrar fisuras en las normas legales. Sus sospechas son vocacionales. Algo así como si yo lo haría seguro que también lo hacen los demás.

Supervivencia política. El suyo es un caso de supervivencia política por encima de toda lógica, especialmente la de su propio partido (en realidad, su último partido, de momento, porque antes de Cs perteneció sucesivamente al PSOE y a UPyD). En su día lo destituyeron de coordinador de Cs porque depositaron en él la responsabilidad sobre las facturas falsas remitidas al Grupo Parlamentario en la Asamblea Regional: batukadas y confetis de la campaña electoral con cargo al dinero público. El fiscalizador de los contratos del alcalde Ballesta es el mismo a quien su propio partido responsabilizó políticamente de intentar la falsificación de contratos propios (fue el único miembro de su partido destituido de su cargo con motivo del 'caso facturas'). ¿Quién mejor para la inquisición municipal que el que está habilitado como experto en trucos?

Otra: el político que venía a despolitizar la Administración y a recuperar el papel controlador de los funcionarios contra la arbitrariedad de los políticos, una vez asentado como político con competencias (primer teniente de alcalde y concejal de Fomento a consecuencia del pacto PP-Cs para la gobernación de la séptima capital de España), es denunciado por acoso por un alto funcionario de expediente impecable con varias décadas de servicio, quien además advierte acerca de que la parálisis en determinados servicios esenciales se debe a la falta de diligencia del Regenerador Oficial del Reino (del Reino de Bélgica, que según vamos viendo es el que mejor le acomoda).

Como no hay dos sin tres, la penúltima maniobra, esta vez estrictamente política, ha consistido en prescindir del espíritu y la letra del acuerdo municipal de gobierno PP-Cs para montar por su cuenta una moción de censura al propio equipo municipal al que pertenece mediante un pacto unilateral con los grupos de la oposición de izquierda (PSOE y Podemos), en el que se establecieron los tres elementos clave de un golpe contra la alcaldía: pacto programático alternativo, junta de gobierno alternativa con reuniones periódicas paralelas a la oficial y establecimiento de una nueva mayoría también alternativa para la convocatoria de plenos municipales al margen del socio original, y esto sin pretender renunciar al pacto con el PP, que es el que le permite su estatus de vicealcalde (al que, según vemos, solo renuncia provisionalmente si hay un puesto de funcionario a mano).

El escándalo de esta última operación no consiste, desde luego, en que Cs pacte con PSOE y Podemos, sino en que lo hiciera a espaldas de su socio de gobierno mediante el también truculento sistema de una moción de censura implícita, destinada a la desgobernación. El procedimiento políticamente legítimo habría sido el de una moción de censura con todas las de la ley, no con el acostumbrado método del 'fraude de ley'.

El Pacto de las Pérez López. Antes de restituir la normalidad, tras su travesura política, Gómez se hizo de rogar, mantuvo un prolongado silencio hasta el último minuto y puso en brete a su propio partido, cuyos dirigentes coyunturales (una gestora, de cuya existencia misma nunca se ha dado explicación alguna, ya que sustituyó a diputados y cargos institucionales del partido que, como tales, siguen siendo la cara pública de Cs); cuyos dirigentes, digo, tuvieron que pasar el trago de tratar de reconducir una situación de la que era evidente que ellos mismos eran responsables por omisión o, más probablemente, por acción. Gómez, consciente de que la gestora aspira a convertirse en directiva, aprovechó el 'vacío de poder' orgánico y las complicidades con quienes dirigen provisionalmente el partido a la espera de ser ratificados por Madrid, para hacer de las suyas. Aguantó hasta el último minuto para demostrar que quien manda en Murcia municipio es él y para hacerse acreedor de favores para el futuro, y al filo de la fecha y hora de la ruptura del pacto con el PP, se la envainó (es su expresión para cuando otros deben capitular ante su poder, del que goza haciendo exhibición) enviando una carta de paz al alcalde popular en la que con cinismo desbordante requería que se retomara el punto primero del pacto de gobierno PP-Cs en el que se indica expresamente que toda decisión trascendente debe ser consensuada por ambos grupos, un punto que solo fue transgredido de manera rotunda por el remitente de la carta. Quien reculó hasta el punto uno fue Gómez, pero el alcalde ni siquiera se molestó en corregirlo. Lo único que Ballesta lamenta (lo supongo, pero no creo equivocarme) es que Gómez rectificara, pues al hacerlo salvó su cargo y de esta manera debe seguir soportándolo.

Después, Gómez, a quien Cs apartó de las negociaciones con el PP para reconducir el estropicio, se negó a firmar el pacto de reactivación poscovid con el que se regresaba a la paz relativa porque, según cuenta el portavoz de Cs en círculos de su confianza, su firma no podía estar en un documento en el que no estuviera también la del alcalde, de modo que al final, ese pacto de reconducción hacia un nuevo tramo de precariedad política podría ser titulado como El Pacto de las Pérez López, ya que así se apellidan casualmente las dos concejalas que lo firmaron: Rebeca, por el PP, y Francisca, por Cs.

Soledad sonora. Mario Gómez está políticamente muerto, y lo sabe. Solo tendría que atender al silencio de las redes sociales amigas y a las líneas de twitter oficiales de su partido donde cada día se dan besos y abrazos los miembros de la gestora con quienes los tutelan desde cargos institucionales del partido. Entre toda esa mermelada no hay una sola cucharadita para Gómez. Silencio total. Una soledad sonora, que diría el poeta, pero que para su caso es prosa gorda. Nadie dio ayer la cara por él cuando se hizo público desde aquí el truco del almendruco con el que se reservó plaza de funcionario. Ni siquiera él mismo se defiende, porque, atentos: este señor lleva medio año sin dar la cara ante los periodistas para asuntos que no le son cómodos. No se pone por costumbre, lo que indica su concepción de la transparencia, que en teoría es una reivindicación de su partido en la etapa original, antes de que deviniera en esto.

Estamos hablando del vicealcalde de Murcia, una de las piezas principales del estatus institucional de Cs. Nadie ha salido en su socorro, al menos espontáneamente. La gestora también se la envaina en este caso. Pero tampoco nadie le exige la preceptiva dimisión, ese gesto decente que culminaría una carrera de intrigas, oscuridad e incompetencia.

Tal vez es que Mario Gómez espera que, como los súbditos de Balduino, también en Cs sean indulgentes. No hay nada como tener, ya lo tengo dicho, una buena fonoteca.