Está en la Región, pero pocos la conocen, y muchos menos la imaginan. Estaría llamada a cambiar el futuro turístico, económico y social de una parte importante de la Región de Murcia que sigue siendo la gran olvidada. Pero me temo que seguirá escondida, marginada y esperando, como hacia Penélope en la famosa y genial canción de Joan Manuel Serrat.

Ojalá el año 2024, que es cuando se volverá a mirar desde las instituciones regionales turísticas a la Murcia abandonada y casi vaciada para hacerse la foto de turno, mentir en el número de visitantes y peregrinos que llegarán en autobuses a pasar mediodía en Caravaca, la Murcia interior ponga sobre el mercado turístico internacional una de los mejores destinos turísticos que puede ofrecer el Mediterráneo.

Me refiero a la Ruta de las Maravillas, desde Cieza hasta la ciudad de la Cruz, pasando por el Centro de Interpretación Cañón de Almadenes (Cueva La Serreta - Abrigo de El Pozo - Cueva de El Puerto - Arrozales, Vía Férrea Estación de Calasparra al cañón de Camarillas, - Santuario Virgen de la Esperanza- Bolvonegro - Moratalla y Somogil), para terminar tras tres o cuatro días de una experiencia única en la ciudad que alberga el 'lignum crucis'.

Pero me temo que será difícil, salvo que los Ayuntamientos decidan de una vez emprender su futuro de manera conjunta. Ha llegado quizás la hora de caminar sin bastón; seguir quejándose de que esta zona es la gran olvidada de la Región sólo nos llevará a la indiferencia.

No importa que las autoridades turísticas apenas conozcan la Región ni tampoco que al frente de las instituciones haya gente cuya experiencia en el sector sea entre marginal y cero, y no nos tiene que desanimar que, hace unos días, dos máximas responsables turísticas del Gobierno regional, cuando conocieron la Cueva del Puerto, preguntaran si llevaba abierta mucho tiempo, y se quedaron sorprendidas cuando les contestaron que unos veinticinco años.

El gran problema que ha tenido la Región es que apenas es conocida ni por los propios murcianos y murcianas. Nuestra única bandera ha sido siempre el Mar Menor y La Manga; nuestra capacidad hotelera, descontando la capital y La Manga, es muy baja, y ahora, cuando llevamos años sin banderas azules en la laguna, cuando nuestro buque insignia se ha convertido en el símbolo de la depredación humana, sólo nos quedan dos caminos, seguir llorando como estamos haciendo o reinventarnos.

La Región de Murcia no tiene ahora que ofrecerse como un destino seguro, sino invertir durante los próximos años en poner sobre la mesa destinos turísticos excelentes, como Cartagena, Lorca o Mula, pero miren también a su espaldas, los hay, al otro lado de la autovía que parte en dos a esta provincia que por destinos del azar, y no de nuestra historia, se constituyó en Comunidad Autónoma como podría haberse convertido en la Region Federal de Murcia.

Dejen el turismo en manos de quien realmente conoce nuestra región palmo a palmo, y por una vez y para que sirva de precedente, háganles caso, verán como dentro de unos años la Región será conocida como uno de los mejores destinos turísticos del Mediterráneo.

Aquí tiene el sector público turístico una oportunidad, un reto tan ilusionante como necesario. Si quieren cambiar la historia turística de la Región, inviertan de una vez y apuesten a caballo ganador, aunque sea una vez en sus vidas.