Apenas acaba de cumplirse un año desde que la ciudadanía de la Región con derecho a voto eligiéramos a nuestros representantes para esta décima legislatura. Tiempo más que suficiente para asegurar que serán cuatro años perdidos, un cuatrienio más de retraso con respecto al resto de Comunidades.

Si la novena legislatura estuvo llena de iniciativas, leyes y reformas de gran calado, con dimisión incluida por más que presunta 'corrupción' del ex líder popular, Pedro Antonio Sánchez, y que a punto estuvo de llevar a San Esteban al entonces secretario de los socialistas murcianos, Rafael González Tovar, aún a fecha de hoy sigo sin saber realmente quien fue el 'culpable' de no llegar a un acuerdo de moción de censura con compromiso inmediato de convocar nuevas elecciones: si Cs, que lo utilizó de 'reclamo', o del PSOE, que quiso pescar demasiados peces en río revuelto; sea como fuere, en esta legislatura, ya hemos podido comprobarlo en el reciente debate sobre el Estado de la Región, otra vez la sociedad murciana será la gran perdedora en su conjunto.

El periodo 2015-2019 será recordado no solo como la legislatura donde PAS nos hizo sonrojar a los murcianos cada día durante meses abriendo los telediarios de toda España, sino como unos años donde la Cámara llevó adelante leyes que cambiaron una parte importante del tablero político, aunque algunas de gran calado, como la Reforma del Estatuto siguen como alma en pena por alguna institución, y otras, de gran necesidad y justicia social, como la Ley de Transparencia o la eliminación de los aforamientos, algunos no saben ni dónde buscarlas para ser rescatadas.

Cuatro años en los que Rafael González Tovar y Joaquín López (PSOE), Óscar Urralburu (Podemos), Miguel Sánchez (Cs) y Víctor Martínez (PP), demostraron que, a pesar de sus diferencias y desencuentros, la Asamblea podía ser algo más que un lugar donde insultarse y desprestigiarse. Por cierto, el primero, González Tovar ya forma parte de la historia; Urralburu, quizás uno de los mejores parlamentarios que se recuerdan, anda intentando recuperar ilusiones y espacio; el caravaqueño Miguel Sánchez, salvo que Inés Arrimadas opte entre Guatemala (Isabel Franco) o Guatepeor (Ana María Martínez Vidal), sabe que, sus días políticos en el grupo naranja siguen cayendo como una losa, y Víctor Martínez, uña y carne con PAS, anda recolocado como secretario general en una consejería, dirigiendo a unos empleados públicos que saben de la Administración más que él.

Que se haya hablado del 'rifirrafe' entre el presidente de la Asamblea y un diputado socialista más que de la situación tremendamente difícil que vive la región en términos económicos, sociales y laborales, es la mejor demostración de lo que nos puede esperar.

Es difícil que exista una posibilidad real de un Gran Pacto Regional por la Recuperación Económica, y si lo hay será un cierre en falso, y eso es lo peor que podría ocurrirle a la economía regional. Es difícil porque no hay un Gobierno regional serio; al contrario, carece de relato y su proyecto exclusivamente se basa en exigir que sea el Estado el que pague las ocurrencias de turno, y no contento con ello, sigue día tras día, rueda de prensa tras rueda de prensa, insultado, despreciando y culpando de nuestra situación a quienes piden que paguen la fiesta y los desmanes.

Lo mejor del debate del Estado de la Región es que pasó, ¿Lo peor? Que por desgracia quedan tres.