Es probable que en la mayoría de las fuerzas de izquierda se perciba una cierta complacencia por las dificultades judiciales del expresidente Valcárcel, obligado a declarar como imputado en el 'caso desaladora'. Pero donde es posible apreciar casi sin tapujos incluso una considerable alegría es en ciertos sectores del propio PP, no precisamente reducidos. «Ya era hora de que probara esa medicina», aseguran quienes consideran que el que fuera durante veinticuatro años jefe del Gobierno regional se desentendió ostensiblemente de la suerte de muchos de sus colaboradores cuando éstos se vieron en trances similares al suyo, e incluso en algunos casos contribuyó a aumentar las sospechas. Sus actuales circunstancias perjudican a las siglas PP, pero la solidaridad brilla por su ausencia.